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De los nervios y las dudas a las ganas de repetir

A las 10.35 ya había ciudadanos en la puerta de la estación de la Gran Plaza. A las 10.45 no faltaba ya ningún voluntario, un centenar. Sin embargo, el ensayo general no empezaba hasta las 11.00. No había que coger sitio, pero muchos no podían esperar más para montarse en el Metro. "Nos ha costado muchos impuestos y muchas molestias por la obra. Hay que disfrutarlo", decía Bernardo.

el 16 sep 2009 / 00:36 h.

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Fue una prueba final no exenta de anécdotas, nervios y dudas. Y es que para muchos, la expectación sólo era superada por las lagunas en la información. Los guías no daban abasto. "Esto me recuerda a la Expo. ¿Quién decía que aquí no se iba a montar nadie?", afirmó nostálgico Luis.

El telón -la persiana que protege la boca del Metro en Gran Plaza- no se subió hasta bien pasada las 11.00, pero los avispados figurantes que pulsaron el botón del ascensor empezaron a recargar sus tarjetas mucho antes. Fueron los primeros en entrar en escena, en colarse, por la descoordinación inicial. En esta estación no funcionaba la recarga con billete en una máquina, mientras que otra se averió durante las dos horas de prueba. Pese a todo, poco a poco los trenes se fueron llenando gracias al reparto gratuito de tarjetas y las cámaras de fotos cobraron vida -pese a que estarán prohibidas los días ordinarios-. "Esto es histórico", apuntaba Miguel. Ayer no era día de prohibiciones.

En el primer acto, brillaron con luz propia tres escenas: el paso por la estación de la Puerta de Jerez (donde los obreros saludaban con los cascos a los pasajeros), bajo el río ("ahora nos inundamos", se bromeaba) y sobre el puente de San Juan (desde donde se veían a las cientos de ovejas que pastan en Tablada). "Se comenta que a la estación de la Puerta de Jerez le cambiarán el nombre para llamarla el quioscazo". Opiniones, sugerencias y chistes no faltaron. Más de uno incluso bromeaba con las luces: "Como estamos en crisis se apagan al salir del túnel para ahorrar, es inteligencia artificial".

En el segundo acto, ya había quien proponía mejoras. "Las estaciones son muy grises, deberían decorarlas con cuadros o algo", apuntó Antonia quien pensaba que el Metro iría "todavía más rápido". "Hemos tardado 45 minutos de Condequinto a Ciudad Expo, parando mucho. Va rápido, pero creía que iría más", apostilló. Para Manuel, es "fundamental" que haya más de una línea. Eso sí, ambos admitían que el sistema de las tarjetas es fácil y que no se siente "agobio" bajo las entrañas de la ciudad. Lo que sí molestó fue el ruido.

Las gargantas de los tenores sufrieron porque "hay que gritar para poder conversar cuando el tren coge velocidad", lamentaba José. Plácido, en cambio, apostillaba que eso pasa "en todos".

"Los catetos del Metro", como se definían a sí mismo al montarse por primera vez, llegaban a los actos finales con una sonrisa. Pese al lleno absoluto, los nervios se fueron disipando con el paso por las estaciones y, con o sin paraguas de regalo, se veían las buenas perspectivas de futuro: "Para ir a la Feria es lo mejor que se ha inventado. Que no se les ocurra trasladar el Real".

Antonio Ramírez era uno de los actores veteranos, de hecho, ya participó en un vídeo promocional del Metro. Este jardinero en San Bernardo se subía por segunda vez en la línea 1 y era el número 2.001 del ensayo, decía.

Quienes no estaban tan felices eran María del Carmen y Antonio, que entraron en escena en la estación Primero de Mayo y tardaron "casi una hora en llegar al tren". "Ha habido muy mala organización, pero el Metro está muy bien. Nos han dado un paraguas roto y no tenemos tarjeta". Con todo, hubo aplausos generalizados, buena crítica y ganas de repetir.

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