Cultura

Del piano y otros excesos gimnásticos

Crítica del concierto que Carles Santos ha ofrecido en el Teatro Central de Sevilla inaugurando el Ciclo de Música Contemporánea. 

el 03 mar 2010 / 22:46 h.

En sentido estricto nunca se había escuchado una manta de repetidos aplausos en la historia del Ciclo de Música Contemporánea del Central. No al menos cuando se ha programado música de vanguardia en lugar de devaneos poperos. Anoche Carles Santos tocó dos propinas y pudo haber caído alguna más. El público, formado por fieles del encuentro, entusiastas del valenciano y universitarios, cayó rendido ante el piano musculoso, virtuoso y lleno de excesos de este grande del teatro y la música.

En No al no Santos reinvidica la vanguardia, al menos su vanguardia, la que él tanto defendió en la década de los 70 como pianista. Su música hoy, pese a todos los ecos de los trabajos de Steve Reich, Michael Nyman o Wim Mertens que quieran buscársele, es poderosamente propia. No ha claudicado ante la posmodernidad, no se ha amilanado. No lo hemos perdido. Sigue vivísimo.

Santos fue trenzando una composición fuertemente repetitiva donde cupieron resonancias del piano minimalista, del piano teatral de la performance, del piano estructural de los años severos de la contemporaneidad. Y durante todas las secuencias él: martilleando una melodía con puños, insistiendo acordes con una pelota sobre las teclas, precipitando fortissimos y pianissimos, poniendo la coda, el Do de pecho final con la mismísima tapa del piano. El premio: Bujaraloz by night, hit de Santos, número 1 de la lista de éxitos de la modernidad española. Un concierto para el recuerdo.

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