Todos hemos sentido un especial alivio tras conocer la feliz resolución del secuestro del empresario sanluqueño Rafael Ávila. Después de 16 días de apresamiento en un inmundo cuartucho de una finca de Almonte (Huelva), los GEO lo liberaron culminando así una importante y compleja investigación policial que ha hecho posibile la detención de prácticamente todos los implicados. La eficaz intervención se producía cuando la atormentada familia del retenido estaba ya dispuesta a efectuar el pago de una considerable cantidad de dinero a sus captores para que cesara su apresamiento, extremo que, al final, no llegó a consumarse. El caso recayó en la Brigada Central contra la Delincuencia Especializada y Violenta que controló decenas de cabinas telefónicas en Madrid en busca del hombre que actuaba como intermediario.
Lo cierto es que se pudo poner término al secuestro por motivos económicos más largo que se ha dado en nuestro país. Una circunstancia nada desdeñable que pone de manifiesto que estamos ante nuevos hechos delictivos hasta ahora insólitos y que, suponen todo un desafío para el que deberemos estar preparados y dar así la respuesta adecuada a esta seria amenaza real a la que nos enfrentamos.
Tener los medios adecuados como mejor respuesta. Es conveniente resaltar que esta operación fue secundada por una unidad policial superespecializada creada ante la dificultad que ofrecen determinados casos. Poco menos que, hasta ahora, este tipo de secuestros sólo lo conocíamos aquí por las películas por no decir, igualmente, de los denominados secuestros express, tan habituales, por ejemplo, en México. Pues bien, ya están presentes entre nosotros y lo curioso del asunto es que ni siquiera nos queda la excusa de atribuirlos a bandas de extranjeros procedentes de lejanos y extraños países.
Los detenidos en esta ocasión son tan nuestros que algunos resultan ser viejos conocidos del hampa y, por ello, de la propia policía, de ahí que no hay que desdeñar para nada lo sucedido. De todas formas, la brillante actuación policial sirve también como el mejor factor de disuasión para aquellos que estén acariciando introducirse en esos nuevos métodos.
Respeto y respaldo para contribuir al éxito policial. En esas nuevas formas de infringir la ley podemos incluir además los delitos urbanísticos y la corrupción política. Un fenómeno que para su combate requiere de un trabajo policial concienzudo, los medios necesarios y la correspondiente colaboración ciudadana dada su sofisticación y trascendencia. Y es aquí donde los ciudadanos, pero, sobre todo, sus representantes, podrían hacer más.
Merece la pena no olvidar lo ocurrido en Granada, donde la Audiencia Provincial ha determinado que podría existir delito en las duras acusaciones de parcialidad a favor del PSOE dirigidas contra un comisario de Policía por parte de una dirigente del PP por practicar unas investigaciones en las que estaban involucrados varios ediles populares. Respeto y respaldo al trabajo policial es la mejor forma de colaborar para tener un entorno más seguro y honesto.
