Local

Deseo universal

Hemos visto el despacho oval de la Casa Blanca en cientos de películas, algunas con actores y actrices con las que gozamos de parecida admiración a la sentida por Ana Fernández. También en fotografías del pretérito, pero ninguna arrastra el agrado, la esperanza e ilusión que la recién llegada con Obama frente a una mesa limpia de papeles que simula las notables...

el 15 sep 2009 / 18:15 h.

Hemos visto el despacho oval de la Casa Blanca en cientos de películas, algunas con actores y actrices con las que gozamos de parecida admiración a la sentida por Ana Fernández. También en fotografías del pretérito, pero ninguna arrastra el agrado, la esperanza e ilusión que la recién llegada con Obama frente a una mesa limpia de papeles que simula las notables negligencias del actual regidor.

Aún no podía quedarse, fue una visita de cortesía a su antecesor, ese tipo que la desconoce porque ignora tanto las formas que parece encontrarse siempre en una taberna irlandesa del siglo XVII. Está bien que aparezcan juntos, así pueden compararse las actitudes. La de Bush, con la campechanía pastoril propia del señorito en el cortijo de Los santos inocentes.

En la mirada, la prepotencia con la que subordinaba a Aznar a la condición de administrador de una finca suya; admite a Obama como si su presencia se debiera a que le expidió un certificado de buena conducta y llega prudente para agradecérselo. En el cruce de piernas denota una idea de superioridad que es falsa, carece de la autoridad moral necesaria para tenerla. En las pausas del diálogo, tal vez piense con desprecio en un hecho que el tiempo dejará en anécdota, aunque sea simbólica de la actualidad: el despacho oval lo ocupará una persona negra. El color de la piel no importa nada, nada, nada, sino las ideas y el talante en aplicarlas.

La imagen expide de Obama mayor agilidad y práctica mental, y respeto por el otro. No presta atención alguna a las arrugas alcohólicas del patán que desconoce a Faulkner, Steinbeck y Wilder, ni le impresiona el decorado porque confía en cambiarlo con trabajo e inteligencia.

El deseo que representa Obama, y quizás nunca existió otro tan colectivo en el mundo. Habrá que esperar con paciencia su transformación en realidad, nada muta de la noche a la mañana, pero de momento ganan negras porque la mirada de su jugador es directa a los ojos del contrario y apunta al final de las sesgadas para España. Está en el nuevo espíritu para ese despacho y no precisamente en una nueva película sobre la Casa Blanca, sino en la realidad.

Periodista

daditrevi@hotmail.com

  • 1