Risto Mejide, Noemí Galera y Ángel Llácer son las personas más temidas por aquellos que aspiran a entrar en Operación Triunfo. En sus manos está decidir quiénes serán los nuevos participantes del exitoso concurso de Telecinco, que este año afrontará su sexta edición.
Tras las 1.453 personas que acudieron al casting de Barcelona, las 1.243 de Murcia y las 581 de San Sebastián, el temido jurado de Operación Triunfo ha visto en Sevilla en estos días a unas 1.400 personas. "Realizar estas pruebas supone una gran responsabilidad", cuenta Risto Mejide, que se enfrenta a esta aventura por primera vez sin separarse de sus gafas de sol y su pose imperturbable. "El nivel es bajito pero nosotros tenemos que estar muy pendiente porque de aquí saldrán los concursantes y si son buenos o malos será nuestra culpa".
No opinan lo mismo sus compañeros de batalla, Noemí Galera y Ángel Llácer, que afirman que Sevilla es una de las plazas en donde "hay más arte". Por encima de los tópicos, ambos afirman que "aquí descubres que aún queda gente vive y fresca". Sin embargo, no es la espontaneidad ni las ganas de vivir lo que este jurado quiere ver en los candidatos: "Queremos gente con personalidades fuertes, definidas, que aguanten el ritmo del concurso y no se vengan abajo en las galas", afirma Ángel Llácer.
El profesor buen rollista de la Academia también es la primera vez que se mide cara a cara con la dura realidad de la calle: "No entendemos por qué hay gente que se presenta por presentarse o que va a otras pruebas de otros programas de televisión. Cada concurso quiere un determinado tipo de participante".
Mientras, Noemí Galera, máxima responsable de los castings del gigante Gestmusic , apunta: "Nosotros no buscamos ningún tipo de concursante, ningún perfil, tenemos el deber de encontrar y en estas condiciones es más difícil. A veces terminamos con ganas de suicidarnos", bromea. No obstante, difícil debe ser enfrentarse a este trío que pasa horas detrás de una mesa analizando las actuaciones de los aspitantes sin inmutarse: "La gente se cabrea cada vez más. A veces dudo de si es que existe la poca vergüenza o si la gente realmente no tiene amigos. ¿Nadie le ha comentado ya que lo hace mal?", cuenta Risto, mientras añade con su caracterítico tono irónico: "Yo con los participantes soy encantador e incluso les animo.
