Hay quien prefiere gastarse 10 millones de euros en participar en Gran Hermano que invertirlos en una pyme y dar de comer a unas pocas de familias. Así es la vida, no la ha inventado Telecinco: y es que hay dos aspirantes a concursar en Gran Hermano 12+1 que están dispuestos a pagar esa suma de dinero en la subasta organizada por Mediaset para completar el elenco de concursantes en busca de su cuarto de hora de fama en la madre de todos los realities. Al menos el dinero de la puja irá a una organización sin ánimo de lucro.
Gran Hermano 12+1 arrancó además el jueves con éxito de audiencia, superando los datos del primer programa de 2011. Entre las novedades que ha traído la decimotercera edición de este programa que cada año se reinventa a sí mismo destaca esta morbosa subasta, que ha logrado que la audiencia se dispare al 24,5% de la cuota: tres millones y medio espectadores.
Algunas de esas novedades han dado mucho de qué hablar. Mercedes Milá, la incombustible presentadora de este formato –que ya no se puede decir que es nuevo: hay adolescentes que han podido seguir Gran Hermano desde la cuna– comunicó que participan 12 concursantes más uno extra que se repondría cada semana. Ésta, ese turno de rotatorio le ha tocado a Sindia, pero la que viene entrará alguien nuevo elegido de una manera harto original.
Gran Hermano 12+1 dará la oportunidad de pagar por entrar en la casa de las nominaciones en Guadalix de la Sierra (Madrid) al mejor postor. Los fans millonarios tienen ahora la opción de pagar para conseguir su pase directo al concurso. Lo harán con la contrapartida de que el dinero se destinará a una causa solidaria, ya que ni Mediaset España ni Zeppelin tocarán nada de ese dinero. Los que más han pujado se identifica con las letras (no iniciales) T 28 y U...n 127.
Cruz Roja –vaya, no es una pyme, pero no tampoco derroche descarnado– se llevará íntegramente lo recaudado, por lo que este concursante adinerado, además de cumplir su sueño estará ayudando a una organización solidaria con más trabajo que nunca por la emergencia social de años seguidos de crisis.
La mecánica de la subasta fue lo que más dio que hablar durante la gala del jueves. A los pocos minutos de que Milá abriera la puja, un espectador había ofrecido los 10 millones de euros: una cifra más fácil de decir que de imaginar el tamaño de la montaña de billetes. Ante las críticas recibidas, la presentadora aclaró que “la puja es vinculante”, por lo que el ganador está obligado a pagar esa cifra con destino a la organización humanitaria.Otras cosas sí se parecieron más a las primeras ediciones de Gran Hermano. 13 concursantes, una sola casa y perfiles mucho más parecidos a los de Sabrina o Ania Iglesias han sido el resultado de “dar la vuelta” al concurso.
Pero los productores prometen más sorpresas a los espectadores con situaciones que no se han planteado nunca en el programa. Milá enseñó una plataforma construida en el plató en la que se sitúa una sala insonorizada “y que tendrá que ver con las nominaciones”. Según la presentadora, es la primera vez en todo el mundo –y hay franquicias de Gran Hermano en muchos países– que se recurre a algo así.
Sacerdote expulsado. Al éxito del programa contribuyó ayer sin querer la Iglesia Católica, como adelantó el programa Sálvame. La Archidiócesis de Barcelona publicaba un comunicado en su web que confirmaba la suspensión del concursante de 40 años Juan, sacerdote y motero heavy, quien se arriesgó a entrar en el concurso sin permiso de la Iglesia.
