"Estamos bajo los focos de todo el mundo. No podemos hacer otra cosa". Después de varios minutos de tensa negociación con la asociación de mayoristas de pescado, Jordi Maymó lanzó así una advertencia prácticamente premonitoria.
Semanas después una parte de esta conversación saldría a la luz pública, abriría un debate sobre su continuidad y le obligaría a celebrar un consejo extraordinario de administración. Pero erró en su pronóstico: al no querer renunciar al 30% que se debía cobrar por reglamento en los traspasos de puestos planteó otra posibilidad que también le situó en el disparadero.
Aunque se hiciera lo mismo en Cataluña, él, según la grabación íntegra a la que ha tenido acceso este periódico, planteó la posibilidad de aplicar otro precio formalmente al traspaso de la titularidad con el objetivo de que "haya sólo un propietarios" en un puesto del mercado público dividido en hasta seis partes distintas.
Una cesión que se volvió contra él al difundirse la grabación, y abrirse un debate que todavía puede tener más capítulos: porque los empresarios tienen en su poder un contrato, fechado el pasado 20 de octubre de 2009, entre las dos partes con un precio de venta de 50.000 euros más el IVA -58.000 euros-, incluso con una fórmula de pago definida: por un lado 23.500 euros y por otro 24.000 euros.
Ésta es la cantidad que según ellos se declarará ante Hacienda. En el contrato firmado ante Mercasevilla, sin embargo, el importe fue menor, 20.000, lo que rebajó la cuantía del 30% que debía ingresar la empresa por la operación.
Toda esta negociación arrancó sin embargo tras un tira y afloja sobre un acuerdo verbal que reclamaron los mayoristas. Éstos le enseñaron, aunque Maymó lo negó públicamente, dos contratos anteriores firmados con Mellet en los que se recogía explícitamente que el canon del 30% debía aplicarse.
Pero no se aplicaba. ¿Cómo? "Simplemente Mellet nunca lo cobró, salvo a empresarios que venían de fuera", resumen los mayoristas. Incluso en un momento de la conversación, uno de los asistentes, señala que ese 30% es una deuda pendiente, planteamiento que finalmente se rechaza.
Quizá las frases iniciales de Jordi Maymó, en un tono vehemente, eso sí, debido a los múltiples enfrentamientos que ya había tenido con los empresarios del sector de pescados previamente sirvan para aclarar por qué esta negociación estalló de esta forma, y por qué las relaciones con los empresarios eran tan malas: "Me pone nervioso la anterior dirección. Tenía un discurso con los accionistas y otro con los usuarios (...) No me siento obligado a ningún acuerdo no escrito ni formalizado. Mientras no haya documentos, no se cumplirá".
