Cultura

Eduardo Mendoza: "Soy joven para el Cervantes y el Nobel ni lo pienso; estoy en otra división"

El escritor catalán cierra la gira de los premios Planeta en Sevilla con Carmen Amoraga.

el 25 nov 2010 / 20:42 h.

Eduardo Mendoza junto a Carmen Amoraga.

De la preguerra civil a la relación cotidiana de una madre y su hija. Éstas son las bases de las dos historias que este año recogen el premio Planeta, Riña de gatos. Madrid 1936, y la obra finalista, El tiempo mientras tanto.

Sus respectivos autores, Eduardo Mendoza y Carmen Amoraga, cerraron ayer en Sevilla la gira de promoción editorial de sus novelas, un viaje por toda España que les ha permitido reencontrarse con las historias de sus libros y "acabar de entenderlos verdaderamente", dijo Mendoza.

Riña de gatos es una novela de misterio y aventuras ambientada en Madrid dos semanas antes de la Guerra Civil, protagonizada por un personaje ficticio, un despistado hispanista inglés que desembarca en Madrid para resolver un enigma relacionado con un cuadro de Tiziano, La muerte de Acteón.

El escritor barcelonés confesó que le ha sorprendido que una novela con la Guerra Civil de trasfondo pueda aún "despertar extrañezas". "Quizá choca que yo, que soy más leído por novelas de humor, ahora me meta en esto, pero ésta es una obra seria, en la que pasan cosas divertidas con momentos de humor, sin tomarse las cosas a risa ni devaluar nada", apreció.

"Parece que no puede hablarse de algunas cosas, pero yo creo que ya podemos hablar de todo", apostilló.

Sobre el protagonista de la novela, destacó que un personaje inglés aporta "una mirada distinta, no contaminada por las ideologías extremas" de aquella época.

Mendoza sitúa por primera vez la acción en Madrid, saliéndose de su Barcelona natal, escenario habitual de sus historias. "Como todos los escritores, ambiento mis novelas en el mundo que conozco, pero en este caso tenía que ir a Madrid, porque allí estaban elementos claves como la Embajada Británica" y personajes históricos que aparecen en el texto, como Azaña, Primo de Rivera o Alcalá Zamora.

Aunque Mendoza viaja con frecuencia a Madrid, ha tenido que empaparse bien de la capital del Reino para no cometer errores: "He probado los churros de algunos bares para ver si eran buenos y he contado cuánto se tarda en llegar de un sitio a otro".

Preguntado sobre si se animaría a intentarlo con Sevilla, respondió en tono de broma: "Tampoco es que yo sea la Guía Michelín", aunque "todo es cuestión de que se me ocurra una historia".

En cuanto al título, reveló que no tiene demasiada ciencia: "Alguno tenía que ponerle". Finalmente, se inspiró en un cuadro que se llama Pelea de perros. "Quería que fuera representativo pero que no marcara la forma en que debía ser leída la historia", precisó.

También hizo el autor una reflexión sobre la situación económica de los escritores, que "no cobran el primer día de cada mes". "Yo he pasado temporadas de angustia económica. No es una profesión con seguridad. Cuando firmas una hipotecas piensas que tienen que pagarla tus lectores, y cuando veo las colas en las firmas de libros, hago cálculos y sumo un euro y medio por cada uno, a ver si me salen las cuentas", bromeó.

Por último, insistió en que con el premio Cervantes se ha hecho "justicia literaria y personal" con Ana María Matute. En este punto se quejó con chanza de que "hemos tenido mala suerte, porque cuando ganamos el Planeta, le dieron el Nobel a Vargas Llosa, y cuando venimos de gira a Sevilla, el Cervantes a Matute", lo que roba atención mediática.

En este sentido, preguntado sobre si se ve algún día recibiendo estos galardones, respondió: "Soy muy joven para el Cervantes. El Nobel ni me lo planteo; estoy en otra división".

Carmen Amoraga, que inició su carrera como escritora en Sevilla alzándose con el Ateneo Joven de Novela, presentó El tiempo mientras tanto, una novela coral protagonizada por una madre y su hija.

"Todo surgió cuando, al estar embarazada, pensé qué relación quería tener con mi hija. Las hijas siempre piensan en sus madres como madres y no como mujeres". Inspirada por esas "relaciones injustas", ha construido una historia de amor y amistad entre madre e hija que transcurre desde que ésta última tiene un accidente hasta que muere.

La escritora valenciana resaltó que a mucha gente le ha llamado la atención que se hable de la muerte en sentido positivo. "Es una historia cotidiana. Sus protagonistas se dan cuenta de que en vida no han llegado a conocerse. La idea es que la vida hay que aprovecharla, porque la muerte acabará llegando, aunque tendamos a negarlo".

Finalmente, Eduardo Mendoza también opinó sobre la obra finalista: "Mi novela vale 50 céntimos más, tiene más páginas, más personajes y pasan más cosas. Pero la buena, sin duda, es la de Carmen".

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