La psoriasis, una enfermedad de la piel conocida por provocar manchas blanquecinas, esconde también limitaciones articulares en el 35% de los casos y afecta a más de 150.000 personas en Andalucía (el 2% de la población).
Ejemplo de ello es uno de los casos que llegó al Hospital de Valme este año: un portugués de 41 años que se encontraba en situación de indigencia tras ser abandonado por su familia y haber perdido su trabajo a causa del mal aspecto físico que le ocasionaba la psoriasis generalizada que sufría. También presentaba una pérdida severa de movimiento en las rodillas y los pies que los médicos no eran capaces de interpretar.
"La mayoría de las veces estos síntomas pasan desapercibidos y no se relacionan si no existe una buena coordinación entre las especialidades implicadas", asegura Juan Miguel Sánchez Bursón, jefe de gestión clínica de Aparato Locomotor en el Valme.
Dicho hospital posee una unidad pionera de Dermatología y Reumatología que solucionó la artritis psoriásica del paciente con fármacos específicos y biológicos. Según apostilla el doctor Jerónimo Escudero, jefe del servicio de Dermatología, "desde que se puso en marcha, ya han pasado por nuestras consultas entre 60 y 70 pacientes".
En el 80% de los casos la enfermedad se empieza a manifestar con manchas y pústulas en la piel. Existen, además, supuestos en los que apenas se perciben hoyuelos en las uñas o manchas de aceite que se pueden confundir con hongos. Ya en el 20% de las ocasiones, da la cara dañando las articulaciones.
Aunque el origen de estos problemas aún es desconocido, los doctores Sánchez Bursón y Escudero reconocen ciertos factores genéticos. Eso sí, "el que los padres padezcan artritis psoriásica no significa que la tenga que heredar el hijo".
En cuanto al tratamiento, los expertos apuestan por las terapias biológicas, cuyo objetivo principal es frenar la inflamación, una vez fallan los medicamentos tradicionales.
El coste: 15.000 euros. Estos tratamientos de última generación resultan muy efectivo dado que eliminan los síntomas en el 70% de los casos. No obstante, son más caros que los tratamientos convencionales (cuestan entre 12.000 y 15.000 euros).
Ahora bien, según los expertos, si se tiene en cuenta que a largo plazo la enfermedad está más controlada y evoluciona más lentamente, el paciente sufre menos complicaciones, consume menos recursos sanitarios y tiene menor pérdida de productividad laboral. O lo que es lo mismo, bien usados, son más rentables que los convencionales.
