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Los ‘pelaos’ inundan San José de la Rinconada de millones

Un cuarto premio que supo a ‘Gordo’ deja 10 millones porque hubo algunos décimos que fueron devueltos. Fue el número elegido para hacer participaciones, de ahí que esté tan repartido

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No era difícil adivinar, por las caras, a quién le había tocado al menos un pellizquito. En torno a la administración de loterías número 2 de San José de la Rinconada a la altura del número 29 de la calle Madrid, los teléfonos móviles echaban humo. “Aquí estamos liándola. Yo ya estoy ronco. Sí, le ha tocado también a mi mujer y a mi yerno. ¿Tú has escapado bien? Yo llevaba una participación...” Y así, si arrimabas la oreja a cualquier lugar, un corrillo, un bar, la puerta de una tienda, no se hablaba de otra cosa. No era para menos. JOSÉ MANUEL VIDAL / EFE JOSÉ MANUEL VIDAL / EFE Porque cuando los niños cantaron el 79.800, la locura en forma de júbilo se desató. Magdalena Bravo, la lotera, vendió alrededor de 500 décimos en ventanilla, unos 10 millones de euros, que podían haber sido 12 si no hubiese devuelto algunas series. Porque, aunque ayer nadie se atrevía a reconocerlo, sí lo hacía una de las trabajadoras de la administración, María Teresa, que es a quien todos le deben la suerte porque fue ella la que eligió el número agraciado. “Es un número feo. A mí me gustan los ceros, pero a la mayoría de la gente no”, explicaba. Ésa fue la razón que le llevó primero a escogerlo –no es un número que tenga abonados, sino que es la primera vez que les llega– y segundo, a decidir que sería ése el número con el que harían las participaciones de cinco euros que la administración vende cada Navidad. “Todos los años hacemos participaciones para la gente que no puede comprarse un décimo entero y para aquellos que quieren regalarlo a sus hijos o a familiares. Sabía que se iba a vender menos”. Así, el premio multiplicó a los agraciados, cuyos cinco euros se transformaron en 5.000 y así este cuarto premio –con 20.000 euros por décimo– supo a Gordo en La Rinconada. Ya lo decía Magdalena. “Ha tocado a mucha gente trabajadora y a mucha gente necesitada”. Como José Cruz, que vive con sus dos hermanos, todos en paro. Lleva una participación, pero con ese dinero le dará para “pagar cuatro cosas que se deben de luz, agua... y para comprar un jamón, que la nevera está muy vacía”. Tiene los ojos enrojecidos de la emoción porque aún no se cree que le haya tocado algo. Leonor y Josefa comparten un décimo. El viernes pasado el marido de Leonor fue el encargado de comprarlo. “Yo cuando lo vi le dije, ay qué número más feo”. Gracias a eso, los Reyes vendrán más cargados de lo esperado este año. “El dinero irá para el préstamo con el banco”. Magdalena Molina ni lo duda, aunque también reservará algo para pasar unas buenas Navidades. Su marido, que trabaja en la construcción, lleva tres años en paro, y los 5.000 euros irán para “tapar agujeros”. No hubo expresión más repetida, reflejo de que ya van bastantes años de apreturas. Feliz también Antonia, que compró la participación por casualidad, “no fuera a ser que le tocara a la gente del barrio”. De los cinco décimos restantes que lleva no ha cogido ni un euro. 15359744 El reloj está a punto de marcar la una de la tarde y, cuando el revuelo que provocan las televisiones se ha relajado un poco, llegan Reyes Bejarano y su hijo José Luis a pleno grito: “¡Lo dijiste y así ha sido. Dijiste que iba a salir y que nos lleváramos un décimo!”. Se dirigen a María Teresa, que les sonríe. “Nos dijo que cogiéramos este número y lo cogí aunque no me hacía mucho chiste. Acabo de llegar porque me he enterado ahora mismo y no me lo creía”. Con dos hijos en el desempleo, también hay muchos agujeros que tapar. Dolores Molina está radiante. En la administración le guardaron un décimo “porque saben que me encantan los ceros”. “Estaba tomando café y me han preguntado si había comprado aquí. No me podía ni levantar, para mí esto es el Gordo”. Repartirá un piquito a sus dos hijos, que están sin trabajo. Las trampas, la familia, una buena Navidad... Todos coinciden. No es dinero que les vaya a quitar de trabajar ni a cambiar la vida, pero es algo con lo que horas antes ni se contaba. De ahí la alegría, los abrazos y los nervios de quien se siente protagonista y estrella por un día. Y con razón. Entretanto, Francisco aprovecha la coyuntura para vender sus cupones. Y no le sale mal. “Me he venido aquí a ver si la suerte me viene a mí”. Ayer pocos se acordaron de Hacienda, a pesar de que lo harán cuando cobren el premio. Los primeros 2.500 euros están exentos, pero del resto se quedará con el 20 por ciento. En vez de 5.000 ingresarán 4.500 euros. Y de los 20.000 del décimo completo percibirán 16.500. Sí lo hizo José Martínez, más conocido como Pepe el alicatador. “Lo único que he pensado para el dinero es que Hacienda no se lleve nada”. En eso no tendrá suerte. Sí la tuvo cuando su suegra le pidió un número que acabara en pelaos “aunque íbamos buscando el 11”. No es momento de pensar en quien devolvió el número por ventanilla cuando lo vio y sí en aquella chica que primero lo rechazó y luego se volvió a buscarlo. En Málaga también se acordarán –para bien– de Antonio Jiménez, el zanahoria. “Estábamos cogiendo naranjas en mi campo y me pidió que le llevara a alguna administración del barrio”. “Dame el que no sale, el más feo”, dijo y se llevó el premio en forma de diez décimos. “Le he llamado porque no lo sabía”. Bien presente le tendrá. El 79.800 no fue patrimonio exclusivo de La Rinconada, sino que estuvo muy repartido por España. Este cuarto premio se vendió en Oviedo (Asturias), Arévalo (Ávila), dos administraciones de Barcelona, Quesada (Jaén), La Seu D’Urgell (Lleida), Sort (Lleida), en cuatro despachos de Madrid capital, Manises (Valencia), Valencia, dos oficinas de Bilbao y Zamora.

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