Jóvenes al día

El Alamillo: un (pequeño) paraíso para observar aves

Gosur y SEO-Birdlife promueven numerosas salidas con el objetivo de avistar y anillar animales alados. Sevilla es una de las mejores zonas de Europa para disfrutar de ellos.

el 12 abr 2014 / 22:30 h.

Costa Rica. Verano 2014. Parque Nacional de Tortuguero; programa de avistamiento de aves tropicales. 8 días. Media pensión. 2.200 euros, tasas de avión no incluidas. Es una opción. Pero por 0 euros, el Grupo Ornitológico del Sur (Gosur) llevó hace dos fines de semana a una veintena de jóvenes y aficionados de toda condición y edad a contemplar el ecosistema alado de El Cuervo. Fundado en 1979 son varias las generaciones que han pasado por una asociación dedicada al Anillamiento científico de aves silvestres. Más de 90.000 pajarillos han pasado por las cuidadosas manos de un colectivo mayoritariamente joven de personas que señalan con orgullo al viajero Marco Polo como uno de los primeros sabios que marcaban halcones para estudiar sus avances y conocer por dónde se desarrollaban sus viajes. Algunos de los pajarillos que son anillados y que viven, sin que nosotros reparemos en ellos, a nuestro alrededor. Algunos de los pajarillos que son anillados y que viven, sin que nosotros reparemos en ellos, a nuestro alrededor. «El anillamiento consiste en colocar una anilla metálica en la pata de un ave viva. Esta anilla lleva impreso un remite, que identifica a la estación anilladora donde se centralizan los datos. Estos son básicamente: la especie, la edad, el sexo y el lugar y fecha de anillamiento. Con el tiempo se van acumulando los datos y así se puede conocer los movimientos y la biología de las especies», explica el biólogo AlfonsoCaballero, quien indica que organizaciones como Gosur y otras afines son esencialmente «proteccionistas» de los ecosistemas; su tarea resulta de «enorme valor», indica. A primera hora nos mojamos los pies con la hierba húmeda pero la jornada fue muy agradable, con muy buena temperatura (...) la sorpresa nos la dio una curruca capirotada anillada con remite de París, en total se anillaron 63 aves de 11 especies. Así reza el cuaderno de bitácora digital del Grupo Ornitológico del Sur al respecto de una reciente excursión campestre, salidas que se convocan oportunamente en su página web y a la que puede sumarse todo aquel que se sienta animado por admirar de cerca a los más huidizos animales del Arca de Noé. Uno de los parajes más frecuentados para estas lides es el denominado Brazo del Este, uno de los antiguos brazos que dividía el Guadalquivir y que hoy localizamos en la localidad de Coria del Río. La lista de especies que por allí repostan es interminable: garza imperial, ánades azulón y rabudo, pato cuchara, cerceta, calamón (posiblemente la población más abundante de Europa), rascón europeo, polluelas pintonja y bastarda, gallineta, garcilla cangrejera, cerceta pardilla (para la que el Brazo del Este supone una importante zona de nidificación), garceta, garza real, garcilla bueyera, cigüeña blanca, milano real, busardo ratonero, lechuza campestre y aguilucho lagunero occidental. Asimismo, se puede observar al martinete común, algunas gaviotas y otra gran variedad de aves. «Sin chauvinismo alguno, Sevilla es una de las zonas de Europa más ricas para la observación de aves», apunta Javier Martínez, estudiante de Biología en la Hispalense que, desde los 16 años, tiene claro que, ante la imposibilidad de convertirse en Superman, su vida estará dedicada en cuerpo y alma a los animales alados. «Hay quienes creen que hay viajar muy lejos para contemplar aves, sin saber que a pocos kilómetros de la ciudad se pueden contemplar animales tan singulares como el avetorillo o el milano real», argumenta sin quitar ojo a una vetusta guía de aves editada hace una miríada de años por la organización ornitológica nacional SEO. «Disfrutamos de los animales y les hacemos un bien», suscribe Sonia, uno de los miembros más jóvenes apuntados a Sociedad Ornitológica Española. «La mayoría de los documentales que pasan por la tele nos cuentan la vida de elefantes, leones y delfines, pero seguramente la vida de la avutarda o el águila imperial resultara igual o más interesante a la gente», sentencia la muy informada adolescente. De Costa Rica al Cuervo pasando por Coria del Río. ¿Lo quieren más cerca? Se llama Parque del Alamillo, y tiene una actividad alada que ni Los pájaros de Hitchcock. Ha sido el Grupo Gosur uno de los mayores impulsores de las actividades de anillamiento y protección de las aves en este gran pulmón verde de la ciudad. Penetrando bien lejos en el parque, allá donde las verjas que lo delimitan se pierden de vista y comienza la fantasía de perdidos en el bosque, ahí es donde se sitúa el conocido como lago chico, donde se ubica un gran observatorio del que pueden disfrutar todos; avezados y profanos en la causa. «En los más de 14 años que Gosur lleva anillando en el Alamillo, hemos podido evaluar de una manera exhaustiva las poblaciones y la situación de las especies aves presentes. A lo largo de los años vemos las tendencias poblacionales y la llegada de nuevas especies, que sin duda se han detectado gracias al anillamiento», indica la asociación. También es importante la labor de educación ambiental que Gosur lleva a cabo en el Parque del Alamillo, con anillamientos abiertos a todos los usuarios del parque o cursos de iniciación a la ornitología. Anualmente realizan dos celebraciones importantes en el parque: el Día de la Fauna y el Día de las aves, dos momentos idóneos para captar aficionados a la causa. «Hay quienes no anillan pero participan de maratonianas sesiones de avistamiento; es como ir a pescar pero sin hacer daño, en compañía y con mucha paciencia se pueden obtener postales impresionantes, propias del más sofisticado de los documentales», comenta Bernardo Egea, quien promueve salidas con estos fines en el Aula de Senderismo de la Facultad de Biología. Dicen que quien prueba queda irremediablemente enganchado. Y a nuestro alrededor no faltan espacios en los que perderse con unos prismáticos.

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