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El arquitecto paga los platos rotos

El profesor de la Universidad Politécnica de Madrid, Carlos Puente Fernández, criticó en la sede de la UNIA en Baeza, que actualmente "hay una mayor demanda de responsabilidades por parte de la sociedad hacia el arquitecto".

el 15 sep 2009 / 11:11 h.

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El profesor de la Universidad Politécnica de Madrid, Carlos Puente Fernández, criticó en la sede de la UNIA en Baeza, que actualmente "hay una mayor demanda de responsabilidades por parte de la sociedad hacia el arquitecto" que, a su juicio, no tiene ninguna justificación.

El arquitecto Carlos Puente hizo referencia en el curso Secuencias de la ciudad: rehabilitación integral de los centros históricos en Andalucía, al incremento de responsabilidades sociales con las que se enfrentan actualmente los profesionales de la arquitectura y la construcción.

Según dijo el experto, esta nueva exigencia no tiene justificación ya que "en el hecho arquitectónico influyen muchos factores". También resaltó que "el que una obra llegue a un feliz resultado es la suma de que todos los factores que intervienen encuentren un acomodo perfecto, y que vayan hasta el final bien sincronizados".

"En el momento de buscar responsabilidades cuando se produce un accidente parece que es más fácil ir a por una persona, que buscar responsabilidades diluidas entre mucha gente", dijo Puente.

El profesor de arquitectura hizo referencia a que "tal como están legislados los asuntos relacionados con la edificación, se entiende que toda la responsabilidad recae sobre el arquitecto". Aunque también reconoció que en otras ocasiones, parece que "es precisamente el arquitecto el que recibe todos los honores", porque "cuando una cosa está muy bien hecha o llama mucho la atención sólo se habla de éste".

De esta forma, afirmó que la sociedad "cada vez demanda más de los arquitectos el que un proyecto sea una cosa muy definida, en el que esté especificado hasta el último tornillo, y que ahí no se cambie nada", apuntó Puente Fernández.

El arquitecto insistió en que cada vez hay "más empresas de ingeniería que se dedican, entre otro tipo de profesionales, a supervisar todo lo relacionado con el hecho constructivo". Algo que es debido a que "los arquitectos han dado muy mala imagen en los últimos años".

Con respecto a la situación laboral actual de los profesionales de este sector, Puente Fernández arguyó que "hace 40 años el arquitecto era un señor intocable, que se trataba a cuerpo de rey en las obras", algo que "paso a la historia".

Según el experto, sus compañeros de profesión "están pagando el precio de una competencia feroz y del crecimiento exponencial del número de profesionales que hay". Esto tiene como consecuencia que muchos se presten a "bajar las exigencias para conseguir un empleo". A todo ello añadió que "ahora el arquitecto es un pobre que anda mendigando trabajo, bajando sus honorarios hasta límites escandalosos en una competencia feroz".

Aunque el trabajo de este sector creció espectacularmente en los últimos años, Puente matizó que esto no quiere decir que "los resultados y rendimientos sean mejores, sino que sencillamente ha aumentado el volumen de trabajo" sin que eso conlleve "una mayor calidad en los resultados".

Arquitectura social. Desde su amplia experiencia como arquitecto, Carlos Puente opinó que tanto los edificios públicos como los que vienen de la iniciativa privada "deberían de estar afrontados con la misma intensidad".

Sin embargo, el docente advirtió que "salvo excepciones honrosas, la iniciativa privada muchas veces busca otras cuestiones que no busca la iniciativa pública, como puede ser un mayor rendimiento económico a más corto plazo". Según dijo, esto hace que en la obra pública el arquitecto disfrute "de una mayor libertad".

Con respecto a la comunicación entre constructores y arquitectos, el experto reconoció que es probable que haya diferencias entre la obra privada y la pública, puesto que "es lógico pensar que una empresa constructora no es una organización benéfica, sino que intenta obtener beneficios".

El arquitecto concluyó argumentando que para dialogar con una empresa constructora es necesario un arquitecto con suficiente experiencia para llevar el diálogo a buen término y dejar satisfecho al constructor.

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