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EL 'capitalismo bueno' está en Osuna

¿Monje o empresario? Un empresario de éxito en Osuna, Ramón Medina, decidió dedicar los beneficios de sus sociedades anónimas a los necesitados y ha creado un grupo inmune a la crisis global -tira de él la boyante constructora Frauni-EC-.

el 16 sep 2009 / 04:53 h.

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Ramón Medina en Osuna.

Este año desviará sus beneficios, unos 110.000 euros, a dos proyectos sanitarios y educativos

en Burkina Faso- uno de los países más pobresdel mundo- y otro en Venezuela. También tiene una línea de microcréditos (y no tan micro) para empresarios locales con el fin de que creen empresas que se impliquen mucho con las necesidades que tienen cerca.

 

Toda una maquinaria financiera convierte las sociedades empresariales en sociedades al servicio de los parias de la Tierra, literalmente, puesto que todos los ingresos de las empresas más volcadas revierten en proyectos solidarios. Aparentemente no hay demagogia, sino las viejas virtudes burguesas de siempre: diversificación y prudencia al invertir, cálculo y paciencia (Medina ahora está planificando el 2016). Y 50 puestos de trabajo en Osuna y su entorno.

 

Y aunque no vio venir la crisis, su empresa más potente no recibió un ladrillazo. Frauni-EC es una de las pocas constructoras de España que jamás ha construido una vivienda. Es más, ahora levanta para Cáritas un enorme geriátrico tras haber invertido seis millones de euros en restaurar el inmueble que lo acogerá, un antiguo convento de dominicas. En el exterior está embarcado en la construcción de un colegio -prácticamente acabado- de 200 plazas en Burkina Faso. Ahora comenzará allí un hospital.

 

El sistema por el que se rigen las empresas más asentadas lo ha bautizado como "economía de comunión" y consiste en su control por la fundación que lleva el nombre de su hijo fallecido y por entidades sin ánimo de lucro, pero son empresas que no funcionan como ONG, sino con el espíritu empresarial más clásico.

 

El detonante para este capitalista bueno de Osuna fue la muerte de su hijo, Ramón Medina Arce, en 2001, cuando tenía 8 años. El padre, que ahora tiene 52 años, quedó entonces sumido en un pozo del que salió sólo tras darse cuenta que el único sentido de la vida era la entrega a los demás.

 

Ahora viste sólo ropa usada y duerme tres horas al día. Pero, lejos de ser místico, ha creado desde 1999 16 empresas en sectores como el turismo, la construcción y el ocio infantil. Sólo, afirma, renuncia a las cosas superfluas "como pensar en comprar un coche o una casa". Y eso, asegura, cimenta su "verdad" y su eficacia empresarial. Tiene ya un 'sucesor': el ingeniero de 30 años David Gómez Justo, quien ha dejado sueldos en multinacionales de 6.000 euros para cobrar sólo 500 en Frauni-EC.

 

Su receta deja atrás el concepto clásico del margen de beneficios para obras sociales e incluso la versión posmoderna de la caridad en versión responsabilidad social corporativa. Al contrario, en sus empresas el lema podría ser "todo por los excluidos" porque son los proyectos sociales los que se llevan el dinero en el reparto de dividendos o de beneficios antes de impuestos.

 

Entre las empresas que se gestionan de esta manera, además de Frauni-EC, se cuentan el salón de ocio Oso Peter, la Hospedería del Monasterio y Ursaral, en Arahal, que gestiona terrenos donde se levantarán superficies comerciales a pie de autovía. La hospedería, la empresa más afectada por la crisis, sólo dedica a la solidaridad el 2% de sus ingresos: el resto los necesita para sobrevivir. Ahora oferta bajo ciertas condiciones habitaciones de lujo a 60 euros, de los que 10 se destinan a proyectos solidarios.

 

Pero, por el contrario, a Frauni-EC las cosas le van viento en popa y se embarcará en la construcción de un centro para 100 ancianos gravemente afectados en la misma Osuna en cuanto acabe las obras del asilo.

 

El sistema de solidaridad de la economía de comunión es además permeable a empresas exteriores que quieran contribuir con cuotas e incluso a inversores menos altruistas, siempre que nunca lleguen a ser accionistas mayoritarios. El sistema de capitalismo bueno de Medina también tiene varios inmuebles y locales en alquiler, cuyas rentas fluyen bien a los más necesitados, bien a apuntalar los negocios que flojean.

 

"La eficacia hace que quienes quieren colaborar con proyectos solidarios se fijen en nosotros", presume Medina. De hecho, ni su grupo ni la Fundación Ramón Medina Arce reciben subvenciones. Sólo ayudas puntuales, como 6.000 euros del Ayuntamiento de Osuna. El objetivo, que cumplen, es generar recursos propios para alimentar la máquina solidaria.

 

De esta solidaridad han salido casos como el del venezolano Felipe, un muchacho "que sólo tenía el suelo para dormir", explica Medina, y que fue becado por la fundación de este empresario ursaonés. En pocos años se formó como ingeniero y se colocó en Petróleos de Venezuela. Cuando conoció a Ramón Medina le entregó un sobre. "Dentro había 1.500 euros, lo que invertimos en él, para que pudiéramos educar a otro niño del arroyo como él".


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