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Se busca gente de campo

Más de 1.300 personas aguardaron ayer horas de cola en la Alameda para participar en un casting de figurantes para la nueva película de Alberto Rodríguez, ‘La Isla Mínima’.

el 17 sep 2013 / 15:38 h.

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colas-alameda-peli-02Para algunos, el principal reclamo eran los 30 euros por jornada, tal y como están las cosas. Para otros, la curiosidad de ver cómo es eso de trabajar en el cine por dentro. Lo cierto es que más de 1.300 personas aguantaron ayer horas de cola ante la Casa de las Sirenas, en la Alameda, para participar en el casting de figuración para la nueva película del sevillano Alberto Rodríguez, La Isla Mínima, que se rodará desde el próximo 30 de septiembre hasta noviembre entre la capital y las Marismas del Guadalquivir con Raúl Arévalo (el último chico Almodóvar)y Javier Gutiérrez (curtido en Animalario y en series de televisión como Los Serrano y Águila Roja) como protagonistas. El anuncio difundido por internet, redes sociales y medios de comunicación, aconsejaba no ir arreglado porque, según los responsables del casting “buscamos gente normal”. En concreto dos perfiles:personas con pinta “de ser de campo” para ambientar escenas de interiores, como las de un bar que saldrá mucho en la película –un thriller ambientado en los 80 que narra la investigación sobre un asesinato ocurrido en el paraje de las marismas– y gente con apariencia de guiri, concretamente de alemán o inglés. En total, los afortunados serán unos 200, algunos grabarán un solo día y otros más, pero solo buscaban figurantes normales o como mucho semiespeciales (que salen mucho en cámara y se pagan a 50 euros la jornada). Nada de figurantes especiales, que tienen frase y llegan a los 70 euros. Eso sí, todas las fichas pasan a una base de datos así que si esta vez no hay suerte, quizás para otra película busquen a alguien como usted. Los responsables del casting reconocen que “hay más gente de lo normal”. Por pequeño que sea, cualquier ingreso extra, viene bien. Y como suele ser habitual, les cuesta más trabajo encontrar a gente mayor porque “la gente joven se apunta a un bombardeo”. En este caso buscaban gente de 30 a 80 años para los figurantes “de campo” y de 18 a 50 para los “extranjeros”. Por eso Inma, que esperaba en la cola con unas amigas, no dudó en avisar a su madre para que viniera. “He visto que había poca gente mayor”, relata. En el caso de Carmen y Rosario, ya han venido ambas. Rosario tiene 23 años y hace dos terminó sus estudios en el Centro de Arte Dramático. Ha trabajado en teatro, con la Asociación Teatral Barba de Pedrera, y participado en cortos y largometrajes de directores amateur o que están empezando, como Álex López. Su madre, Carmen, también hace sus pinitos y reconoce que “no quería que ella estudiará Arte Dramático, yo quería que hiciera una carrera como Magisterio o algo, y fíjate, ahora ella es la directora de la asociación de teatro y yo la presidenta y también actúo. Nunca me imaginé que yo me subiría a un escenario pero todo empezó porque antes de estudiar Arte Dramático la llevaba a un taller de teatro a Osuna y me quedaba esperándola para recogerla y un día pensé que en vez de esperarla sin más iba a participar, y así me metí en este berenjenal”, cuenta. Sin ser actor, Antonio, de 33 años, ya ha hecho sus pinitos. En El Dictador, la cinta que Sacha Baron Cohen rodó en la Plaza de España en 2011, también fue figurante “y luego trabajé en el equipo de transporte y montaje”. Para Concha, de 58 años, sin embargo, es la primera vez, y decidió acercarse porque “me llama la atención”. Su marido, Francisco, también se apuntó, aunque reconoce que su motivo es más mundano:“Estoy en paro”. En un casting como el de ayer no se busca experiencia. Lo que importa es si la apariencia física da el perfil. De hecho, la prueba se limitaba a dejarse hacer seis fotos incluyendo primer plano, perfil, plano medio y cuerpo entero “para ver la altura”. No hay que meterse en el personaje ni repetir frase alguna. Solo rellenar una ficha, entrar en grupo en silencio, subir a una tarima al ser llamado, escribir tu nombre en una pizarra y gustar a la camára... o a quien corresponda.

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