El importante tejido industrial que se articula en la ciudad tiene en las empresas locales a su principal exponente. Su presencia en la Sevilla del nuevo siglo se antoja relevante en cuanto a la generación de nuevos puestos de empleo y a la consolidación de un modelo empresarial que está llamado a ser un atractivo para la llegada a la ciudad de una nueva industria. En este sentido, la empresa Heineken-Cruzcampo, que atesora más de un siglo de historia, ha sido todo un ejemplo en la última década de apuesta por Sevilla con la construcción de sus nuevas instalaciones en el barrio de Torreblanca.
A lo largo de la historia esta compañía ha sido una de las grandes generadoras de empleo en la ciudad. Un hecho que hacía más fuerte su vinculación con el Distrito San Pablo Santa Justa, ya que muchos de sus trabajadores instalaron su residencia en el seno de estos barrios. Sus orígenes, y el de la mayoría de los empleados, fortalecieron una relación con la ciudad que estaba basada en un siglo de convivencia. Por ello, y tras la adquisición de la compañía cervecera por la multinacional holandesa Heineken en el año 2000, sus responsables apostaron por mantener el vínculo entre Sevilla y su fábrica, rechazando la posibilidad de una deslocalización que hubiese acabado con la unión emocional existente entre el entorno y la compañía.
Pero la apuesta por mantenerse en Sevilla debía estar acompañada de un paso al frente de la empresa. Su sede en la Avenida de la Cruz del Campo, en plena zona residencial, chocaba con los criterios urbanísticos de la ciudad. Aunque en un principio el proyecto resultó algo inviable, especialmente por la importante inversión que requería el traslado y construcción de una nueva factoría, el impulso de las instituciones municipales unido a la voluntad manifestada por los responsables de Heineken desembocó en la puesta en marcha de la nueva fábrica de la compañía en las afueras de Sevilla. Un centro moderno en el que aumentaban las posibilidades de producción y distribución a escala internacional.
El avance en todas las materias que reporta esta nueva factoría queda patente en las cifras que se desprenden del nuevo complejo, inaugurado en el año 2007. En él se han invertido más de 320 millones de euros, constituyendo la mayor inversión que una empresa privada ha realizado nunca en la ciudad. Los números no sólo han influido en materia económica sino que su relevancia con respecto a la creación de puestos de empleo también ha quedado patente. Desde su apertura, la nueva fábrica de la compañía ha sido capaz de crear 2.000 trabajos directos, indirectos e inducidos, una cifra que ante la situación económica actual se considera todo un privilegio. Los últimos datos del complejo destacan también la inyección provocada en las cantidades de productos fabricados, ya que por la robotización de sus instalaciones se generan 1.000 barriles de cerveza, 250.000 botellines y 90.000 latas en una hora.
A pesar de este necesario traslado, la vinculación entre la compañía Heineken-Cruzcampo y el Distrito San Pablo-Santa Justa ha perdurado en el tiempo. En los edificios históricos de la compañía, ubicados en la Avenida de la Cruz del Campo, permanecen sus oficinas centrales, la Fundación Cruzcampo y la escuela de hostelería Gambrinus, en honor de su icono más representativo. La escuela nació a comienzos de la década con el fin de mantener la actividad en estas instalaciones. Desde ella se ofertan cursos técnicos y de gestión, acompañados de clases magistrales a cargo de profesionales en la materia. Sus jóvenes alumnos aprenden en ella a manejarse en cocinas y restaurantes a través de una formación que les abre la puerta hacia un prometedor futuro laboral.
