Cofradías

El Corpus de la rebequita y las bullas

La Custodia salió a la calle al filo de las once de la mañana, casi media hora más tarde de lo habitual debido a que las representaciones de las hermandades han sido muy numerosas.

el 30 may 2013 / 12:50 h.

Procesión del Corpus en Sevilla. / Foto: José Carlos Cruz (Atese) Procesión del Corpus en Sevilla. / Foto: José Carlos Cruz (Atese)     (Fotogalería de la procesión) Los que guardan memoria de tantas y tantas mañanas de juncia y romero en Sevilla buceaban ayer entre sus recuerdos rastreando algún antecedente cercano. En las últimas décadas, sólo en una ocasión la Custodia de Arfe demoró más que en el día de ayer su entrada en la Catedral una vez completado su triunfal paseo por el recorrido tradicional de la procesión. Fue en el año 1993, cuando la celebración en Sevilla del Congreso Eucarístico Internacional engordó con un buen número de sacerdotes y obispos los participantes en el cortejo eucarístico que organiza de manera secular el Cabildo Catedral. Hecha esta salvedad, no se recuerda otro Corpus con el Santísimo en la calle a horas tan inusuales como las 12.26, momento en que las ruedas del paso de la Custodia recuperaban ayer su girar sobre el ajedrezado pavimento catedralicio después de rodar durante hora y media sobre una irregular alfombra de plantas aromáticas. La impresión general, corroborada por el cuerpo de organizadores de la procesión, era que el de ayer ha sido probablemente el Corpus más participado  de los últimos tiempos, tanto que, aun sin datos objetivos, sólo basándose en meras apreciaciones comparativas, el diputado mayor de gobierno de esta kilométrica procesión, el cofrade Joaquín de la Peña, incrementaba hasta la barrera récord de los 4.000 el número de laicos que ayer acompañó al Santísimo. Bastaba con asomarse a eso de las ocho de la mañana al Patio de los Naranjos, punto de concentración de hermandades y asociaciones participantes, para comprobar la extraordinaria animación que se vivía entre la poblada infantería de a pie dispuesta a escoltar con una luz a Jesús Sacramentado en su anual paseo por el casco histórico sevillano. Hubo bastantes más participantes que el año pasado tanto fuera como dentro de la procesión, y tanto es así que la Custodia de Arfe, culmen de la larga comitiva eucarística, asomó su gigantesca mole de plata por la Puerta de San Miguel a las 10.53, casi media hora más tarde de lo que suele ser habitual, una demora que luego resultó imposible recuperar a lo largo del recorrido. Procesión del Corpus en Sevilla. / Foto: José Carlos Cruz (Atese) A esta sorprendente revitalización de la mañana eucarística por excelencia –a ver quién es el cronista que vuelve a repetir hoy eso de que la procesión del Corpus está en franca decadencia– se le trataba ayer de encontrar una explicación. Los exégetas de la procesión del Corpus, que haberlos haylos, adelantaban ayer sus primeras interpretaciones. La primera causa de este inusitado fervor eucarístico podría estribar en la fecha tan temprana de la celebración de la solemnidad, medita todavía en el mes de mayo, casi un mes antes, por ejemplo, que en 2011, cuando el Corpus se celebró un 23 de junio. A las premuras del Corpus en el calendario se ha unido también este tiempo tan primaveral que a estas altutras del año aún ha impedido a los sevillanos desprenderse de la rebequita. Que se lo digan, si no, a los rocieros que ayer participaron en la procesión apenas una semana después de guardar sus botos tras un Rocío casi invernal. O que se lo digan a la escultura del rey San Fernando que procesiona en uno de los pasos del cortejo, cuya capa de armiño tan pronto se henchía como se vaciaba a merced de las rachas desagradablesde viento. Lejos del sofocante calor africano que suele recalentar la ciudad los días de Corpus, ayer nadie se atrevió a desafiar las fescas temperaturas mañaneras al menos sin una buena cazadora de entretiempo. Esta inexplicable anomalía meteorológica redujo a la mínima expresión el otrora incontenible éxodo a las playas del día del Corpus, cuando la A-49 se convertía una y otra vez en carne de noticia de los informativos locales en día festivo por las kilométricas colas de esa otra media Sevilla que se batía en retirada hacia el litoral onubense. La última de las circunstancias que ha podido contribuir a que la procesión eucarística recobrase ayer sus viejos bríos es algo más endogámica o de consumo interno. Hay hermandades que ayer desplazaron hasta el Patio de los Naranjos representaciones extremadamente pobladas, sobrepasando en ocasiones con creces el centenar de cirios, y es que hay mucho cofrade frustrado que no toca cirio en Semana Santa desde hace varios años. No hay que subrayar que la Semana Santa sevillana ha enlazado un aciago periodo de tres años con los peores registros de cofradías damnificadas por la lluvia que se recuerdan. De ahí que a una buena parte del capillerío imperante esta salida procesional acompañando al Santísimo le sirva para mitigar  tanta orfandad   de túnica acumulada. Inusualmente nutridas fueron ayer las representaciones de hermandades como el Buen Fin o San Benito, a lasque hay que sumar otras ya de por sí habitualmente copiosas como las de la Esperanza de Triana, Los Gitanos, el Gran Poder y la Macarena. ¿Se resucitará el debate de la imposición de numeros clausus entre las representaciones cofrades? Procesión del Corpus en Sevilla. / Foto: José Carlos Cruz (Atese) Sea como fuere, la procesión resultó de lo más brillante, con calles abarrotadas de público como hace años quizás que no se veían. Zonas como la avenida de la Constitución, habitualmente descaragada de espectadores por ser la primera calle del madrugador recorrido, presentaban ayer una extraordinaria animación, con bastante concurrencia tras las sillas y en las gradas catedralicias. Otras calles del itinerario también se encontraban de bote en bote especialmente en el tramo final –Villegas, Francos, Argote de Molina, Alemanes, Placentines– cuando las filas de público se empiezan a retroalimentar de los participantes en las representaciones de las distintas hermandades que ya han cumplido con su cometido de acompañar al Santísimo. A veces deslabazado, con cortes y parones en su recorrido, el largo cortejo eucarístico sólo presentaba una novedad en cuanto a su organización: la reunificación de las cuatro hermandades con sede en basílicas (María Auxliadora, Gran Poder, Macarena y Cachorro) en un mismo espacio dentro de la procesión, ocupando un lugar tras el paso de la Inmaculada, un experimento que contribuyó a descargar de participantes el tramo más masificado de la procesión que es el de las hermandades. Un año más, la procesión cívico-religiosa del Corpus se convirtió en una larga pescadilla que se muerde la cola. A las 9.57 horas, con el paso de San Leandro enmarcado en la Puerta de San Miguel, y cuando aún esperaban en el trascoro catedralicio iniciar su recorrido los pasos de San Fernando, la Inmaculada, el Niño Jesús, la Custodia Chica y la de Arfe, por la Puerta de los Palos regresaba a la seo la cabecera del cortejo.

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