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El deseado entendimiento entre Andalucía y Cataluña

Nada más lejos que fomentar desde aquí la "catalanofobia" que tanto gusta a los sectores más reaccionarios de nuestro país. Hay que seguir pensando que lo que es bueno para Cataluña, seguro que es bueno, también, para Andalucía.

el 15 sep 2009 / 05:20 h.

Nada más lejos que fomentar desde aquí la "catalanofobia" que tanto gusta a los sectores más reaccionarios de nuestro país. Hay que seguir pensando que lo que es bueno para Cataluña, seguro que es bueno, también, para Andalucía. Esa premisa guió buena parte de la estrategia en un momento dado de Manuel Chaves quien, incluso, llegó en su día a fraguar una especie de pacto con Pascual Maragall, del cual, más tarde, nada quiso saber dada la deriva alocada y nacionalista que imprimió el entonces presidente de la Generalitat y que ponía en una difícil situación a los socialistas andaluces. Ahora que se abre de nuevo el debate a propósito de la discusión sobre un nuevo modelo de financiación autonómica, se ha reeditado el interés de los catalanes por atraer hacia sus posiciones a la Junta andaluza. Una tarea hasta ahora infructuosa puesto que aquí se parte con criterios propios aunque eso no quita que, al final, las posturas de unos y otros converjan en una solución final justa para todos. En todo caso, conviene ir siguiendo muy atentamente la evolución de los acontecimientos puesto que, una vez más, se va comprobando cómo los hechos van en una dirección y la dialéctica en la que se desenvuelven en la Generalitat y el PSC por otro.

De fracaso en fracaso hasta la victoria final

Si bien ya estaba previsto en la agenda de esta legislatura dotarnos de un nuevo sistema de financiación, fueron los catalanes los que irrumpieron de forma urgente en el debate plateando exigencias de todo tipo incluso en el calendario de negociaciones. Decían que lo hacían acuciados por los compromisos recogidos en su propio Estatuto pero lo cierto es que no esperaron a que ni siquiera se constituyera el nuevo gobierno de Zapatero para empujar, un día sí y otro también, poniendo en circulación sus prisas ya que si no se corría el riesgo de desafección de los catalanes hacia el resto del país. Un planteamiento poco menos que chantajista que llegó a su extremo con la "sesuda" reflexión de José Montilla quien advertía del riesgo de que en su tierra de adopción se abrieran paso las tesis separatistas propias de la Liga Norte de Italia. En fin, todo un despropósito que ha caído por su propio peso una vez ha comenzado el proceso negociador tal y como estaba previsto y comprobándose, además, que las diferencias no son tantas y que, en definitiva, no hay razones para el dramatismo con que nos quieren revestir este asunto.

A diferencia de Andalucía, no prosperan sus propuestas

Roto el cascarón, se ha podido descubrir que esa reclamación sagrada por parte de los catalanes de reducir el capítulo de solidaridad reduciendo las aportaciones del Estado a las autonomías a Sanidad, Enseñanza y Bienestar Social, no consigue abrirse paso y sí, en cambio, la propuesta andaluza para que se incorporen otras materias como la Vivienda o la Justicia. Y todavía no ha acabado este partido que a tenor de cómo se expresaban al comienzo del mismo, iban a ganar por goleada. Lo dicho, mucho ruido y pocas nueces, como señalaba en tono tranquilizador Zapatero. Sí, en efecto, tanto ruido que, por ejemplo, se ensordece el escándalo de la utilización de dinero público por parte de la Generalitat para el encargo de sospechosos informes inexistentes o inútiles o los continuos fallos de los ferrocarriles catalanes, errores éstos últimos, que, para colmo, no pueden endosar a Magdalena Álvarez.

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