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El examen de los turistas

Mientras llegaban las noticias de la reciente cumbre de Washington, cargadas de los ceremoniales de siempre (...), Sevilla no se acordaba de que en otros tiempos sus calles veían los mismos protocolos.

el 15 sep 2009 / 18:27 h.

Mientras llegaban las noticias de la reciente cumbre de Washington, cargadas de los ceremoniales de siempre (porque siempre las grandes reuniones se han convocado en momentos de gravedad inusitada), Sevilla no se acordaba de que en otros tiempos sus calles veían los mismos protocolos. Llegaban por ellas hasta el Alcázar los embajadores de la Serenísima veneciana y de la República de Génova, los burgomaestres de las ciudades hanseáticas, los señores de Amberes o de Gante, los Spínola de Milán y los Gonzaga de Mantua?

Igual que ahora en Washington, una ciudad construida de los pies a la cabeza con los últimos rescoldos de la Ilustración y que, a partir de entonces, fue llenándose de hitos que la confirmaran en el papel que debía desempeñar en el mundo. Para eso trazó sus grandes avenidas, pintó a Alfonso X y a Maimónides en la bóveda de su Capitolio, puso la estatua de Isabel de Castilla cerca de la Casa Blanca?, para quienes llegaran hasta ella se asombraran. Quien llega a una ciudad viniendo de fuera percibe datos que los de dentro no ven a fuerza de vivir con ellos, y hace unos días hemos sabido cuáles eran éstos.

Los turistas, como profesores de un examen, han ido poniendo notas a cada uno de los elementos que conforman Sevilla. Son muy altas para nuestro patrimonio y más bien bajas para lo que discurre a su alrededor: taxis, autobuses, ruidos? No nos engañemos: estas notas nos las han puesto a nosotros, a quienes, olvidando los tiempos de esplendor, maltratamos al ámbito en el que discurrieron, vestimos de harapos la grandeza. Quien sabe si algún día Washington también olvidará los acontecimientos de sus días dorados y, desacralizando sus calles y sus plazas, se dedicará a malgastarlas. Entonces allí, como aquí ahora, no se estará demoliendo el pasado sino tapiando el futuro.

Antonio Zoido es escritor e historiador

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