José Antonio Dorado podrá decir con toda la razón del mundo que su carrera dio un paso adelante con su fichaje por el Betis. Ya resulta una perogrullada con sólo comprobar que en su historial apenas hay cuatro temporadas en Segunda divididas a partes iguales entre el Lleida y el Huesca, con todos los respetos para el conjunto catalán y el aragonés, por supuesto. Pero ninguno de ellos posee el palmarés y la historia del Betis, también por supuesto. El salto de calidad del cordobés, sin embargo, no sólo se centra en el lustre del club al que defiende ahora. El salto de calidad, o casi habría que hablar de misterio, radica en cómo un defensa que no vio portería ni una vez durante cuatro campañas en la categoría de plata llegó al Betis y tardó un cuarto de hora, quince minutos, en marcar un gol (al Granada). Y ocho jornadas en hacer dos.
En nada y menos, Chechu Dorado ha conseguido mucho más que en sus 122 encuentros anteriores en Segunda. Porque esa es otra. El zaguero nunca había marcado, pero no sería por falta de minutos. En el Lleida, 27 partidos en la 04-05 y 15 en la 05-06 (se lesionó). Y en el Huesca, 39 en la 08-09 y 41 en la 09-10. Siempre buscó su ocasión en saques de esquina y faltas, pero hasta que llegó a Heliópolis no hubo manera de que cantase goles. Cómo no será el extraño caso goleador de Dorado que ahora, con su diana frente al Girona, se coloca tercero en la lista de realizadores del Betis, detrás de Rubén Castro (5) y Emana (3) y empatado con Jorge Molina. Así es Dorado, un caso que vuelve del revés la costumbre de un club que últimamente solía gafar a futbolistas que llegaban de otros equipos con magníficas referencias y parecían otros, bastante peores, en cuanto vestían de verdiblanco.
