Los jugadores del Sevilla celebran el 0-2 ante la desolación de Adán y los béticos / Kiko Hurtado
El Día Internacional de la Felicidad se celebró ayer. Es un invento de la ONU en busca de un imposible: que los gobiernos piensen en el bienestar de sus ciudadanos. Visto lo visto, el 20 de marzo de 2014 tiene más sentido como el Día Internacional de la Felicidad Sevillista. Y de la fe. Con esa virtud remontó media eliminatoria imposible. La otra mitad obedeció a la precisión de Alberto Moreno o el mando de Rakitic. Enhorabuena al Sevilla y a los sevillistas por su inmensa y justificada alegría y por hacer más grande, si es posible, el derbi de la ciudad. Y por supuesto que tiemble Europa otra vez.
Qué decir del Betis. Y de los béticos. Quizá fueron muy malos en otra vida y por eso merecen la penitencia y el sufrimiento que les toca vivir semana tras semana en esta temporada funesta, pero la tortura parece desproporcionada. El destino, su equipo o lo que sea les niega una mísera alegría y ahora, tras el varapalo más duro, sólo les ofrece la Segunda División salvo milagro. Pero enhorabuena también a ellos por su orgullo y por llenar el Villamarín sin un incidente en otro día negro como la vida misma. Como el fútbol mismo. Quién sabe, algún día quizá desaparece el fatalismo que los persigue.
La conclusión del primer derbi europeo es que el fútbol es maravilloso ytambién es muy cruel. Y que Sevilla igual no es la mejor ciudad del mundo, pero desde luego tiene el mejor derbi del mundo.
