Farruquito bailó el viernes en Sevilla con tanta seriedad que provocó que el público olvidara su condena y su estado penitenciario. Farruquito que actuaba ante sus paisanos por primera vez en cinco años, desde que se encuentra en libertad, ofreció temple, contundencia, inspiración y técnica a un público entregado que, al principio, le gritó y le apoyó con consignas que no le ayudaban a bailar recordándole su pasado.
Hasta una pancarta desplegada al comienzo del espectáculo que le manifestaba el apoyo de "los compañeros de "Sevilla II" -la prisión donde ha estado internado por el atropello de un hombre que falleció, cuando conducía sin carné- desapareció en los primeros minutos del espectáculo Puro, con el que el bailaor ha regresado a los escenarios, y que comenzó con retraso en el auditorio Rocío Jurado, dentro de la programación de la Bienal de Flamenco de Sevilla. El bailaor ofreció un espectáculo de casi una hora y media de duración sin descansos, en el que bailó por bulerías, alegrías y soleares, en el que fue el protagonista absoluto, ya que además del baile, fue el autor de las coreografías y de la escenografía, eligió la música y hasta compuso la mayoría de las letras.
La soelá Herencia es un homenaje a su abuelo, Farruco, un palo con el que Farruquito confesó que es con el que más le gustaría que se identificara con su abuelo, y por el que tiene cierta predilección porque, en su opinión, "bailar soleás en estos tiempos que corren es muy difícil".
Como anunció el bailaor, este montaje, aunque se tratara de flamenco puro, nada tuvo que ver con otros espectáculos suyos, en los que estaba acompañado de su familia, de ahí que también eligiera instrumentos no siempre habituales en el flamenco como el violín de Bernardo Parrilla o el piano de Jaime Calabuch.
