Del caso Maddie no queda nada por contar ni por especular. Lo único cierto es que la pequeña desapareció el 3 de mayo de 2007 en Portugal y que de ella nunca más se supo. Sin embargo, el inspector que llevó la investigación desde el principio, Gonçalo Amaral, insiste en que está muerta.
Amaral, que fue retirado de la investigación, según él, por presiones políticas internacionales, se ha aventurado a contar toda su verdad sobre la investigación que llevó a cabo y que ha plasmado en el libro Maddie la verdad de la mentira. Esta aventura literaria le ha costado más de un dolor de cabeza, "porque he recibido amenazas" por contar todo sobre la desaparición de la pequeña.
El inspector, ya jubilado, que presentó ayer en la Fnac de Sevilla su obra, insistió en que la niña murió por un accidente el mismo día que se denunció su desaparición y luego su cuerpo se ocultó. En su alocución insinuó que los padres de la niña pudieron ser el responsable de lo sucedido, aunque aclaró que el matrimonio McCann "ha perdido a una hija a la que querían".
Amaral explicó que en un principio la Policía Portuguesa trabajó en la hipótesis del rapto, a la que también se agarraban los padres de Maddie, pero criticó que su investigación estuvo en todo momento boicoteada por la presión de la prensa británica, "que nos vilipendiaron y nos llegaron a calificar de incompetentes", a pesar de que, según remarcó, la colaboración con la Policía Británica fue buena, "porque hablamos el mismo lenguaje".
Gonçalo Amaral se mostró ayer totalmente convencido de que algún día se resolverá el caso, ahora cerrado por falta de pruebas, y afirmó con rotundidad que su libro, con el que ha querido decir toda la verdad del caso y limpiar la imagen de la Policía portuguesa, se publicará en Gran Bretaña, "porque es un país donde hay libertad de expresión".
