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El juez prorroga dos años la prisión a la acusada del crimen de La Juliana

Un juez de Sanlúcar la Mayor ha prorrogado otros dos años la prisión preventiva de N.C.S., la mujer acusada de matar de dos disparos a su ex esposo, un alto ejecutivo del BBVA, mientras la tramitación del caso se reconduce para ser juzgado ante un jurado popular y no un tribunal profesional.

el 05 ago 2010 / 17:53 h.

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Fuentes del caso informaron ayer a Efe de que, tras la decisión de la Audiencia de Sevilla de que el juicio fuese enjuiciado por un jurado, el caso ha regresado al juzgado número 1 de Sanlúcar, que a mediados de julio realizó una comparecencia de la acusada para debatir su situación de prisión.


N.C.S. presuntamente asesinó a su ex esposo, Andrés Toro Barea, de 59 años, el 15 de junio de 2008, para lo que penetró en su chalé de la urbanización La Juliana de Bollullos de la Mitación con unas llaves que conservaba pese a la separación matrimonial y le disparó dos veces al tórax.

El juez de Sanlúcar ha prorrogado otros dos años la prisión preventiva, situación que también había confirmado la Audiencia de Sevilla cuando iban a cumplirse los primeros dos años de su encarcelamiento. Ahora, el juzgado de Sanlúcar debe acomodar los trámites a la Ley del Jurado, que es la que debe aplicarse según la jurisprudencia del Tribunal Supremo sobre los delitos conexos.

Inicialmente, el juez tramitó el caso para ser enjuiciado por un tribunal profesional, a quien correspondería el delito de tenencia ilícita de armas, primero que supuestamente cometió la procesada, pero luego la Audiencia dictaminó que la "intencionalidad principal" buscada era un asesinato u homicidio, competencia de los jurados.

N.C.S. está acusada de presuntos delitos de homicidio agravado o asesinato, tenencia ilícita de armas, allanamiento de morada y descubrimiento y revelación de secretos, por haber mostrado a sus hijos y familiares documentos íntimos del fallecido.

N.C.S. sorprendió a su ex marido viendo la televisión y le disparó dos veces al tórax, causándole heridas que no eran mortales pero que provocaron su muerte por hemorragia. Tras limpiar el lugar del crimen, la procesada "rebuscó en los cajones" para aparentar un robo, se apoderó del móvil y regresó a Sevilla, donde arrojó el revólver al río.

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