Cultura

El Pali, reinventor de sevillanas

Fue el primer solista del género, inventó las cofradieras y recuperó las corraleras, introdujo palos flamencos y ralentizó el ritmo.

el 08 may 2014 / 09:53 h.

pali No es solo una, sino muchas, las aportaciones que El Pali, Francisco de Asís Palacios Ortega, hizo al género de las sevillanas. Según sus seguidores y los expertos en la materia, fue el artista que «más y mejor» le cantó a Sevilla, pese a que, 25 años después de su muerte, su familia, amigos, artistas y admiradores sigan solicitando al Ayuntamiento que sea nombrado Hijo Predilecto de Sevilla o Medalla de la ciudad a título póstumo. 15.000 firmas así lo solicitaron hace ya años sin que hayan tenido respuesta. Con todo, no pierden la esperanza y subrayan las razones para reconocer su obra. Fue el primer solista de la historia en el género de las sevillanas. Rivalizó con dúos tan célebres y revolucionarios como el de Los Hermanos Toronjo o el de Los Hermanos Reyes, y sin acobardarse ante el tremendo éxito de Los Romeros de la Puebla, Los Amigos de Gines o Los Marismeños. Además, inventó las sevillanas cofradieras. Ahí quedó, por ejemplo, esa de Madre no me riñas más / por salir de costalero: / costalero fue mi padre / y costalero mi abuelo. Madre no me riñas más, / a ver si alegras tu cara / porque el Domingo de Ramos / llevaré sobre mis hombros / a mi Estrella de Triana. Y fue el primer artista en incorporar palos del flamenco en las sevillanas. «Las mezcló con caracoles y con soleás», subraya Antonio Ortega, periodista y autor de la biografía El último trovador. Pero si por algo se recuerdan las sevillanas de El Pali es por su tempo. «En esa época eran muy aceleradas y él las liberó de ese espíritu para bailar para convertirlas en sevillanas para ser escuchadas», indica Ortega, quien también destaca que Paco Palacios Ortega recuperó las sevillanas corraleras, al tiempo que introdujo mensajes en sus letras. Era un cantautor protesta y fue notario de la Sevilla popular. Con sus sevillanas retrataba la ciudad e inmortalizó a personajes a los que sacó del anonimato, como El Visco de Amate, Vicente el del Canasto, Paco el campanero de la Giralda, Pepe el Escocés... «Le prestó atención e inmortalizó a una parte de la historia de Sevilla no escrita», apunta Ortega, quien le concede a El Pali el título de cronista oficial de la Sevilla de su época. «No se callaba nada, decía lo que pensaba. Pero a mucha gente no le gusta oír verdades, así que le castigaron por ello. Además, le tildaron de franquista, de ser de derechas, pero no es cierto, criticó a todos los partidos. Sí era muy patriota, sentía un gran amor por su bandera», cuenta su biógrafo, para el que la cuestión política pudo influir a la hora de no concederle el título de Hijo Predilecto de Sevilla. Lo cierto es que El Pali no solo fue una revolución en la parte musical, recuperando el sabor natural de la vieja escuela, el de las sevillanas de veladas, de plazas y de corrales de vecinos, sino en la literaria. Así lo cree el crítico de flamenco Manuel Bohórquez, quien en su blog La Gazapera de El Correo de Andalucía cuenta cómo Paco Palacios El Pali fue aquel hombre sencillo que le robó el alma a Sevilla. En una España que ya tarareaba las canciones en inglés de Los Beatles y Bob Dylan y que se enamoraba al arrullo melódico de Frank Sinatra y Nino Bravo, sorprendió que un hombre sencillo irrumpiera con aquella fuerza cantándole a las cofradías, al Rocío, a los personajes bufos de Sevilla, al inigualable bacalao de Las Lumbreras, al Rubio Pepe Luis o a los niños toreros de La Gabriela y El Gallo. Pocos cronistas de la ciudad de Sevilla supieron retratar el alma de esta tierra como la retrató El Pali con sus sevillanas, con aquella voz natural, castigada como la de los fandangueros aguardientosos de Alosno, que era tan descriptiva como un poema de Manuel Machado o una soleá de Antonio el Arenero. Así lo explica Bohórquez, para quien nadie como él supo explicarle a los de fuera cómo era la Sevilla de su tiempo y del tiempo de sus padres. En el inicio de los años 70 del pasado siglo saltó a la arena del cante quien vendría a darle al palo de las sevillanas una nueva mano de barniz, como el Niño de Marchena se la dio a los fandangos, añade Bohórquez. Según el crítico de flamenco, solo se muere lo que se olvida y El Pali es un artista absolutamente inolvidable, lo que no quiere decir que se le haya hecho justicia. «Sevilla está siendo cicatera con El Trovador, y algo distraída». Sevilla tiene una deuda / tiene una deuda Sevilla / Cómo se nota su falta / por las calles de Sevilla.

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