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El Papa Francisco: «No sean obispos con fecha de caducidad»

El pontífice recibió a los obispos nombrados este año el pasado jueves en el Vaticano. Un encuentro interesante donde desarrolló las características que, para él, habían de cumplir.

el 20 sep 2014 / 23:00 h.

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El papa Francisco se dirige a los asistentes a la reunión internacional ‘El reto de la Nueva Evangelización’. / Claudio Peri (EFE) El papa Francisco se dirige a los asistentes a la reunión internacional ‘El reto de la Nueva Evangelización’. / Claudio Peri (EFE) Por María José Atienza. Aunque ya en diferentes encuentros con distintos representantes del episcopado el pontífice había puesto de relieve algunas de estas características, el encuentro con estos obispos «al inicio de su camino episcopal», como subrayó el propio Papa, fue una declaración programática del papel de estos prelados. Tres notas claves: cercanía con su pueblo, aceptación de todos y optimismo fundado en la certeza de que Dios no abandona a su pueblo fueron las notas principales de un discurso en el que el Papa se dirigió a los obispos repetidamente con un «queridísimos hermanos». «Es hermoso ver reflejado el misterio de cada uno y poder leer cuanto ha escrito Cristo en sus rostros. Consuela constatar que Dios no abandona a su Esposa (la Iglesia) y a los pastores según su corazón». Recordando la liturgia propia de la consagración episcopal, el Papa destacó que, «una vez que ya es pasado el asombro suscitado por la elección han superado el primer miedo, cuando su nombre fue pronunciado por el Señor. También las emociones vividas en su consagración episcopal se van depositando gradualmente en su memoria y el peso de la responsabilidad se adapta, de alguna manera, a sus hombros frágiles. El óleo del Espíritu Santo derramado sobre sus cabezas perfuma ahora y al mismo tiempo asciende por el cuerpo de la Iglesia encomendadas a ustedes por el Señor. ¿Han experimentado ya que el Evangelio abierto sobre sus cabezas se ha convertido en la casa donde se puede habitar con la Palabra de Dios?». En esta línea, Francisco rogó a los obispos «no dar por descontado el misterio en el que han sido investidos, no pierdan el estupor frente al designio de Dios ni el temor de caminar conscientemente en su presencia, en presencia de la Iglesia». El Papa alentó a los nuevos obispos a estar presentes en sus diócesis de manera activa recordándoles «el vínculo inseparable entre la presencia estable del Obispo y el crecimiento del rebaño». «Toda reforma de la Iglesia de Cristo», continuó el pontífice, «comienza con esta presencia, con la presencia de Cristo que nunca falla y también con la del pastor que la rige en nombre de Cristo». Sin fecha de caducidad En una llamada al optimismo y la perseverancia en el trabajo episcopal, el Papa animó a los nuevos obispos a no quedarse en la superficie sino a trabajar para rastrear en lo profundo lo que el Espíritu Santo inspira a la Iglesia, en esta línea les instó a no tener «fecha de caducidad, que necesitan siempre cambiar siempre de dirección, como medicinas que pierden la capacidad de curar, o como esos alimentos inútiles que acabarán en la basura porque han perdido sabor». «Por tanto», prosiguió Francisco, «no sean obispos apagados o pesimistas, que, apoyados solo en sí mismos y, por tanto, rendidos a la oscuridad del mundo o resignados a la aparente derrota del bien, gritan en vano que el fuerte ha sido tomado. Su vocación no es la de ser guardianes de una masa fracasada, sino custodios de la Evangelii gaudium, por lo que ustedes no pueden no tener la única riqueza que podemos dar verdaderamente y que el mundo no puede darse a sí mismo: la alegría del amor de Dios». Recibir, escuchas, ayudar El Papa invitó a los obispos a ser verdaderos padres especialmente para los sacerdotes de sus diócesis. En este sentido, indicó, tienen que conocerlos: recibirlos, escucharlos y ayudarlos. Francisco afirmó que querría «que fueran obispos disponibles no por la cantidad de medios de comunicación a disposición, sino por el espacio interior que ofrecen para acoger a las personas y sus necesidades concretas, ofreciéndoles la enseñanza completa de la Iglesia, y no un catálogo de remordimientos». Francisco concluyó su discurso con una llamada a la esperanza y a la responsabilidad de los nuevos pastores. «Veo en ustedes», señaló el Papa, «centinelas, capaces de despertar a sus Iglesias, levantándose antes del alba o en medio de la noche para despertar la fe, la esperanza, la caridad; sin adormilarse y sin conformarse con la queja nostálgica de un pasado fecundo. Veo hombres capaces de cultivar y hacer madurar el campo de Dios, veo en ustedes pastores capaces de recomponer la unidad, tejer redes de pesca, reparar, superar la fragmentación. Que dialogan respetuosamente con gran tradición en la que están inmersos, sin miedo de perderse y sin necesidad de defender sus fronteras, porque la identidad de la Iglesia está definida por el amor de Cristo, no sabe de ninguna frontera. Al mismo tiempo guardando celosamente la pasión por la verdad, sin desperdiciar energías para contrarrestar y combatir sino para construir y amor». «Por lo tanto centinelas, hombres capaces de curar el campo de Dios, pastores que caminan adelante, en medio y tras el rebaño. Les abrazo deseando fertilidad, paciencia, humildad y mucha oración».

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