Benedicto XVI pidió ayer a George W. Bush en su visita a la Casa Blanca que se ocupe de solucionar los conflictos con "el apoyo paciente de la diplomacia internacional".
El Pontífice reiteró, en el día de su 81 cumpleaños, que "la exigencia de una solidaridad global es más urgente que nunca", y pidió al pueblo americano que utilice la religión como "una fuente preciosa de discernimiento y una inspiración para buscar un diálogo razonable, responsable y respetuoso en el esfuerzo de edificar una sociedad más humana".
Por su parte, Bush dio la bienvenida al Papa hablando del papel de la fe en su país. "Aquí, en América, encontrará una nación que da la bienvenida al papel de la religión en la esfera pública", y rechazó los actos terroristas que se excusan en Dios.
Ambos manifestaron "su total rechazo al terrorismo y a la manipulación de la religión para justificar actos inmorales y violentos contra los inocentes".
También departieron sobre la cuestión de la guerra en Irak y ambos declararon su "común preocupación" por la situación en ese país y, en particular, "por la precariedad en la que viven los cristianos".
Asimismo, Bush y el Papa expresaron su "esperanza por el final de la violencia y por una solución rápida y global ante la crisis que afecta a Oriente Próximo".
