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El polígono de arte sacro produce su primer cristo

Manuel Mazuecos concluye su imagen para la parroquia de Santa Eufemia en Tomares

el 08 oct 2012 / 08:14 h.

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El centro de Sevilla está muy bien, salvo que uno tenga que bajar un romano a caballo por una escalera de caracol, sin banda de cornetas ni nada que lo anime. Manuel Mazuecos, que lleva lo menos veinte años trabajando con Miñarro en su megacochera de la estrechísima calle Viriato, por San Juan de la Palma, cogió la idea al vuelo y desde el 1 de agosto ocupa un estudio del parque empresarial de arte sacro en San Jerónimo, donde acaba de producir un hecho histórico: la finalización de la primera imagen del lugar, un crucificado destinado a la futura (inminente, sería mejor decir) parroquia de Santa Eufemia, en Tomares. Sede e imagen que bendecirá el arzobispo Asenjo en el acto de inauguración, el próximo 25 de noviembre.

Una tarde, al poco de que se anunciara la futura creación de este polígono semanasantero, lo cual abrió una polémica muy sevillana, estaba Navarro Arteaga trabajando en su caserón de la calle Betis, se acercó a la ventana, señaló las vistas (el río, la Plaza de Toros, la Torre del Oro, la Giralda, los vencejos...) y, poseído por el solemne espíritu de la sevillanía, exclamó: “¿A qué polígono dices tú que me vaya yo a trabajar?”, sabiendo la respuesta. Mazuecos, que desde la cueva de Viriato (en la que por cierto sigue trabajando también en tareas de restauración) lo único que podía preguntarse era si el esqueleto crucificado que tiene allí su maestro ha movido una tibia, señala también con un gesto hacia la cristalera de su taller y dice: “Aquí todo son ventajas: la tranquilidad, la relajación, el silencio este que no es el bullicio del centro, la vigilancia las 24 horas del día, la facilidad de acceso para la carga y descarga, la higiene”.

Es verdad que los toros no los ve, y que si el pintaúñas del crepúsculo llena de carmesí las cristaleras del Paseo de Colón, él se lo va a perder. Pero a cambio le ha puesto a su móvil la marcha Coronación de la Macarena, y el vigilante que pasa por detrás de los cuarterones de piedra que dan afuera se da cierto aire a uno de los romanos del Desprecio de Herodes.

“No sé cómo se llamará. Creo que Cristo de Santa Eufemia. Es estilo barroco puro, tiene 1,77 metros y está inspirado en un crucifijo de las Teresas de Écija, del siglo XVII”, dice Manuel, que a sus 45 años confía no tanto en llenar los pasos de Sevilla con sus obras, como en restaurar las que ya hay. Las restauraciones, ya se sabe, “son como el médico: ahí va todo el mundo”. Tendrán que aprenderse el camino para llegar a este parque, con apenas un 10% de talleres abiertos pero donde corren los caballos. Quien dice correr, dice revirar. Y si en ese momento llaman al móvil a Mazuecos, hasta con banda de música.

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