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El prestigio del MIR se tambalea

Unos 4.600 médicos residentes están llamados hoy a la huelga indefinida contra la precariedad por los recortes de los Gobiernos

el 18 nov 2012 / 20:01 h.

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Una médica residente protestando por sus contratos.

Los especialistas internos residentes tienen previsto iniciar hoy una huelga indefinida en el Servicio Andaluz de Salud. En el SAS hay 4.600 residentes en activo. Antes eran conocidos como los MIR (médico interno residente), pero el sistema ha ido engullendo otras especialidades, como los enfermeros, los farmacéuticos, psicólogos, biólogos, físicos o veterinarios, y todos ellos se agrupan tras las siglas EIR. La huelga, por tanto, podría afectar a todas las áreas de tratamiento clínico del SAS.


Hasta hace muy poco, el MIR constituía un ejemplo notable de gestión pública. Los motivos que empujan a la huelga a este colectivo son muy específicos, pero en realidad tienen un común denominador fácil de entender: sus condiciones de trabajo se han vuelto más precarias como consecuencia de las medidas de recortes que viene aplicando el Gobierno central y el autonómico. El malestar no es distinto al de cualquier otro colectivo profesional de la administración: las políticas de consolidación fiscal y ahorro del gasto público han ido socavando los cimientos de la sanidad, la educación, los servicios sociales.

Todos han caído un poco. El hecho diferencial aquí es que los médicos residentes (llamémosles así) sienten que han caído desde más alto, desde varios pisos más arriba. Y la razón es muy sencilla: durante años, tanto el Ministerio de Sanidad como las consejerías del ramo en las comunidades autónomas han ensalzado el sistema de formación de sanitarios que existe en España. El modelo cuenta con gran prestigio dentro y fuera del país, tanto que en numerosas ocasiones otros colectivos, como los profesores o los abogados, han reclamado un MIR para regular el acceso y la promoción interna dentro de sus profesiones. Las características que hacen de este modelo de formación en el trabajo uno de los pilares del sistema de salud pública han empezado a tambalearse. Y por eso hoy han lanzado un órdago a la gerencia del SAS.


Describamos primero la pirámide, antes de explicar qué piezas les están quitando, según el colectivo. En España, después de cinco años estudiando la carrera de Medicina General, el licenciado sale con un título con el que puede trabajar en la sanidad privada, pero no en la pública. Para entrar en la pública es necesario hacer el MIR, que empieza por un examen, una especie de selectividad que se convoca cada año, y con la que se accede a una plaza de formación en un hospital. La duración de este periodo de preparación depende de cada especialidad: cuatro o cinco años normalmente, aunque en Enfermería se necesitan sólo dos. Durante ese tiempo, los médicos residentes tienen algunas horas lectivas en las que reciben lecciones como si estuvieran aún en la Universidad, pero la mayoría del tiempo aprenden haciendo, se forman en el trabajo y van adquiriendo cada vez más responsabilidad y autonomía en su especialidad. El primer año puede ser más de observación y tareas menores, el último probablemente el aprendiz tenga a su cargo funciones propias de cualquier profesional. Los MIR aprenden a ser médicos trabajando, y además cobran por el proceso de formación. Un residente cobra un sueldo base, un complemento de formación y las guardias que cubra. Normalmente, un aprendiz de primer año (que aún no percibe el complemento de formación) con dos guardias al mes entre semana (17 horas) y otras dos de domingos (24 horas) cobra alrededor de 27.000 euros al año. En el quinto y último año, el sueldo de un MIR alcanza los 38.000 euros.


"Este sistema de aprendizaje y formación es atípico y envidiable por otros muchos países. Y la pieza clave del SAS son los tutores de los MIR", dice Rafael Burgos, director del plan estratégico de formación integral del SAS. En Andalucía hay un tutor por cada cinco residentes. Es habitual ver a un médico veterano seguido de cinco jóvenes aprendices por los pasillos del hospital. Aunque ésta es sólo la media, porque siempre que haya un MIR asignado a un centro hospitalario debe haber por fuerza alguien que le supervise. El tutor monitoriza todo el trabajo del aprendiz en el hospital, evalúa sus progresos, corrige sus fallos... Las tutorías son una pieza clave del SAS. Los veteranos las hacen de forma voluntaria y les dedican un tiempo específico que está regulado. No se pagan, pero les da puntos en el currículum para solicitar un cambio de plaza o para aumentar su nivel de acreditación. En Andalucía hay alrededor de 2.000 tutores.


Ésta es la pirámide de la que todo el mundo se enorgullece. La Coordinadora Andaluza de Representantes de EIR (Careir) ha convocado desde hoy una huelga indefinida y denuncia que los residentes están realizando tareas formativas e investigadoras fuera de su jornada laboral sin retribución ni reconocimiento alguno. Es así porque el Gobierno ha aumentado la jornada laboral hasta los 37,5 horas, algo que ha afectado a los funcionaros, pero también a los aprendices, y sostiene que ese incremento de la carga de trabajo lleva aparejada una rebaja salarial. Se quejan de que este aumento de la jornada viene impuesto y sin negociación y que el reparto de horas de más en Andalucía se está haciendo de forma desequilibrada y sin equidad. Por último, mantienen que la reducción de las jornadas al 75% de muchos facultativos ha obligado a los jóvenes aprendices a asumir el 25% restante sin que ningún tutor les supervise, lo cual está afectando a la calidad de la formación de los EIR. La Coordinadora denuncia además que en las últimas semanas muchos tutores han dimitido, quejándose de que el exceso de horas de trabajo les hacía imposible continuar con sus funciones de formador de los nuevos médicos.


La Consejería de Salud advierte de que la mayoría de los recortes que están afectando al sector han sido impuestos por el Gobierno central. Los MIR exigen al SAS que retire las instrucciones sobre la implantación de la jornada de 37,5 horas que afecta al colectivo, que les devuelvan la parte del salario que han perdido por esta medida y que "no traten de convertir uno de los mejores sistemas de formación del personal sanitario del mundo en una máquina de hacer mano de obra barata".

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