El retablo de las Hermanas de la Cruz de Utrera vuelve a lucir como nuevo

La pieza, en muy malas condiciones, se ha restaurado tras 9 meses de intenso trabajo

Una de las hermanas de la congregación ante el retablo restaurado. Foto: Salvador Criado Una de las hermanas de la congregación ante el retablo restaurado. Foto: Salvador Criado Pasear por las calles de Utrera permite encontrarse con numerosos rincones cargados de historia y con monumentos que muestran el rico pasado de esta ciudad. Uno de esos espacios es la iglesia Nuestra Señora de los Dolores, perteneciente al convento de las Hermanas de la Cruz, siendo precisamente en este municipio donde se encuentra el recinto más antiguo de esta congregación religiosa, tras su fundación en Sevilla. Entre el patrimonio de esta coqueta capilla de planta circular, situada junto al Arco de la Villa, se encuentra su retablo mayor, fechado a finales del siglo XVIII, que ahora luce como nuevo tras la importante restauración a la que ha sido sometido. A lo largo de nueve meses se han desarrollado unos trabajos que han permitido recuperar una pieza que estaba en condiciones realmente malas. De hecho, elementos como la corona que preside el altar corrían peligro de desprenderse y caer. Pero el principal problema que padecía se encontraba vinculado a la posición del citado retablo ya que, al estar situado sobre la pared, sufría de manera importante las consecuencias de la humedad. Además, no se encontraba sobre el suelo, sino apoyado en arena, algo que también era perjudicial para su equilibrio. El proyecto desarrollado para devolver su majestuosidad ha permitido suspender el retablo y aislarlo del suelo, quedando apoyado ahora sobre unas maderas marinas –las mismas que se usan para construir los barcos–, que soportan gran cantidad de humedad. De igual modo, cada pieza ha sido desmontada y separada de la pared ocho centímetros, con tal de que el retablo quede a la citada distancia del muro, que igualmente ha sido objeto de un tratamiento antihumedad. El banco sobre el que descansa el retablo ha sido igualmente objeto de intervención. Inicialmente se pensaba que era hueco, pero han comprobado que se encuentra sobre un muro de ladrillo macizo, que estaba podrido. Con tal de mejorar estas circunstancias, se le han dispuesto nuevas vigas y una estructura metálica para que soporte mejor el peso de la obra. También la parte visible ha sido tratada por los restauradores José Antonio Sanmartín Ledesma y Fernando Hernández Liñán, bajo la supervisión de José Pérez Conde y Alberto Pérez Roja, profesores de Bellas Artes. En este sentido, se ha podido respetar un 10% del dorado del retablo, mientras que el 90% restante se ha vuelto a dorar, con la misma técnica que se empleó en su día, esto es, la del oro metal bruñido. Asimismo, los restauradores han podido recuperar los frescos que antes lucían en la pared derecha del altar. A todo ello se une la reintegración del corazón con los siete puñales, y la incorporación de nuevas piezas, como el manifestador y unos querubines sobre el sagrario. También han acometido la limpieza del conjunto escultórico de la Piedad que se encuentra ocupando la parte central del retablo, así como la restauración de las imágenes de Santa Bárbara y Santa Lucía, que igualmente se sitúan en esta pieza patrimonial. De igual modo, en la pared derecha del altar existe un lavatorio, que era un hueco donde se echaba el agua empleada para que el sacerdote lavara sus manos, un elemento que también se ha arreglado y en el que se ha pintado el escudo de la congregación religiosa. La restauración no ha sido solo artística, también se ha intervenido a nivel eléctrico. Los cables se han instalado bajo el retablo ya que, hasta ahora, estaban situados por encima, sujetos con clavos, que se oxidaban y dañaban la madera. Han sido unos intensos trabajos que han permitido devolverle todo su esplendor al principal retablo de un templo como éste, cargado de historia, y que contempla la vida diaria de las Hermanas de la Cruz.

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