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El Sevilla dice adiós a la Champions con otro petardazo, esta vez ante el CSKA

El equipo de Manolo Jiménez vuelve a caer en octavos de final, esta vez con derrota en casa ante el CSKA por 1-2. Un importante sector exigió al técnico su marcha. 

el 16 mar 2010 / 21:44 h.

El delantero brasileño del Sevilla Luis Fabiano (d) remata de cabeza ante la oposición del defensa del CSKA de Moscú Sergei Ignashevich.

El Sevilla dijo adiós al sueño de la Liga de Campeones por la puerta falsa y a la posibilidad de hacer historia en la máxima competición a nivel de clubes. La que se vio ayer no fue ni la sombra de su mejor versión, algo que un amplio sector de la afición recriminó en los últimos compases del encuentro al grito de "Jiménez, vete ya". Y no era una minoría. El 1-1 obtenido en la ida de estos octavos de final resultó inservible ante un CSKA de Moscú al que le bastaron pocas ocasiones claras para dejar cariacontecido el Sánchez Pizjuán, decepcionado tanto o más que hace dos temporadas cuando el Fenerbahçe, otro equipo que tampoco era superior en teoría al de Manolo Jiménez, le dejó en la cuneta.

Sin mordiente hasta que el marcador era ya un puñal clavado, el Sevilla dejó claro ayer que por este camino no va a ningún lado. La sensación de verse a sí mismo como un equipo verdaderamente ganador, no tan lejana en el tiempo, ya no existe y el enorme varapalo sufrido ayer puede pasar una cara factura a Jiménez.

Ayer, la apuesta fue jugar con un solo delantero (Luis Fabiano), situando a Perotti por detrás y dejando la banda izquierda a Diego Capel. Fazio y Drago se ubicaron en el eje de la zaga y Zokora y Renato, en el doble pivote. El técnico alineó a los dos defensas más en forma del equipo y dio la manija en el centro del campo a un nulo Renato como organizador. Los problemas para encontrar espacios y hacer daño fueron numerosos, y cuando los hubo, fallaron los jugadores.

FRÁGIL Y SIN SOLUCIONES. El CSKA, replegado tal y como se esperaba, creó peligro con demasiada facilidad. Pese a la movilidad de Perotti, el Sevilla sacó con frecuencia los balones en largo, cosa que no cuadraba con este sistema de un solo delantero. Eso sí, cuando Jesús Navas entró en acción, el conjunto ruso se tambaleó. Primero, tras una internada con pase a Luis Fabiano que éste no supo culminar en las barbas de Akineev, a los dos minutos de juego; y luego, en un balón que el brasileño cabecea para que el palaciego lo recoja dentro del área y asista a Perotti, que no perdonó.

El gol del Sevilla llegaba tan sólo dos minutos después de que el CSKA se adelantase en el marcador. Lo hizo por medio de Necid, quien disparó con comodidad desde la frontal del área tras un saque de banda. Demasiado fácil.

AGARROTADOS. El 1-1 con el que se llegó al descanso fue fiel reflejo de la igualdad que se vio sobre el césped. Al equipo de Jiménez le pesó la responsabilidad, y se notó. Jugadores como Renato o Zokora tardaron en entrar en calor y para colmo en defensa Stankevicius dejaba demasiados huecos. Pero no sólo él flojeó. Honda tuvo en sus botas una clarísima ocasión cuando el marcador era de 0-0. Palop evitó lo peor. La teórica superioridad nervionense no se veía más que en su mayor voluntad por tener la iniciativa con el balón. El CSKA, listo y fiel a su filosofía, se lo cedió para sorprenderle al contragolpe. Sin volcarse, logró hacer daño porque el sistema defensivo sigue siendo muy frágil.

Jiménez movió ficha tras el descanso. Quitó a un activo Capel y dio entrada a Kanouté. El franco-malí se ofreció pero falló a la hora de la verdad. Tuvo una clarísima ocasión nada más salir a centro de Navas, el mejor jugador del Sevilla ayer, y cabeceó desviado en boca de gol.

Y FALLÓ QUIEN NUNCA FALLA. Para colmo, pasó lo que no pasa nunca: falló Palop. El portero se comió un lanzamiento de falta lejano a cargo de Honda y el CSKA hizo el 1-2. Era el minuto 54. Todo un mazazo. El Sevilla, ya sí, imprimió un ritmo alto al juego, obligado a marcar dos goles para pasar a cuartos. Salieron Negredo, Adriano... Nada cambiaría. Ya era tarde. El CSKA fue más listo y más contundente. Así es esto.

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