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El Supremo absuelve a un preso a los dos años de morir por un delito que no hizo

El acusado había sido condenado por sentencia firme, pero una análisis de los restos de sangre localizados en el vehículo de la víctima ha permitido determinar que él no cometió el robo.

el 26 mar 2014 / 13:34 h.

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Parece increíble, pero es cierto. Dos años después de que un preso falleciera encarcelado por un robo con violencia, el Tribunal Supremo ha resuelto que Antonio Guile Martínez es inocente y le ha absuelto gracias a una prueba de ADN. El juicio se celebró sin el resultado de la misma, que llegó un año y cinco meses después de que se celebrara el juicio y a los dos años de que ocurriera el atraco. El gran parecido físico de Guile con el verdadero autor, ya identificado, hizo que la víctima lo reconociera como el ladrón. Con esta sentencia el Alto Tribunal afirma que con esta sentencia quiere «sanar situaciones acreditadamente injustas, en las que se evidencia a favor del reo, la inocencia respecto al hecho que sirvió de fundamento para la sentencia condenatoria». La sentencia condenatoria fue dictada por el Juzgado de lo Penal número 10 de Sevilla en abril de 2011, después de que el Juzgado de Instrucción número 3 diera por cerrado la investigación del caso. Entonces, fue condenado por un robo con violencia y un delito de lesiones, en el que el atracador asaltó a la víctima en su coche y la robo el bolso. Como rompió el cristal del copiloto se cortó en el brazo, por lo que quedaron restos de sangre en el cristal que fueron recogidos por la Policía Nacional en la inspección ocular y analizados. Estos restos son los que han permitido ahora revocar la sentencia. La resolución consideró entonces probado que el 29 de mayo de 2010 el condenado había robado el bolso de una mujer cuyo vehículo estaba estacionado en una calle de Sevilla. Para ello rompió con una piedra el cristal de la puerta derecha del coche. La propietaria intentó evitar el robo y «en el forcejeo la dueña del turismo sufrió lesiones en el codo», aunque finalmente no pudo evitar «que el acusado lograra su propósito». La decisión del juez se basó en «el testimonio de la víctima que reconoció sin género de dudas al acusado» hasta en tres ocasiones distintas. «Primero fotográficamente, posteriormente en la diligencia de reconocimiento en rueda ante el juzgado instructor» y finalmente durante el juicio. Posteriormente, la Sección Séptima confirmó la sentencia. Guile ingresó en prisión el 1 de julio de 2011 y falleció el 11 de septiembre de 2012. La revisión de la decisión judicial se produce a instancias de la Fiscalía, que promovió un recurso extraordinario ante el Supremo, pues la sentencia ya era firme, a la vista de las nuevas pruebas obtenidas. El Laboratorio de Biología-ADN de la Brigada de Policía Científica remitió al juzgado instructor su informe, un mes después, el 24 de octubre de 2012. En el mismo se concluía que el perfil genético recogido en los cristales del coche se correspondía en realidad con el de Alejandro Aparicio, del que se tenía el ADN por un robo de una vivienda en Nervión, que ahora será juzgado. El fiscal citó entonces a la víctima y reconoció como autor del robo al nuevo identificado. Tras mostrarle sus fotos, le volvieron a enseñar las del preso fallecido, «reconociendo a ambos como posibles autores de los hechos, duda razonable a la vista del parecido físico de ambas personas». «La rotundidad del dato científico despeja cualquier duda que pueda albergarse respecto a la autoría», por eso declara nula la sentencia.

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