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El 'único' horizonte claro para 2009

Apenas dos días después de que el Rey Juan Carlos apelara a la unidad frente a una crisis como la que estamos sufriendo, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, abundaba ayer en la gravedad de la situación al reconocer que el "único horizonte" que se plantea el Ejecutivo para 2009...

el 15 sep 2009 / 20:24 h.

Apenas dos días después de que el Rey Juan Carlos apelara a la unidad frente a una crisis como la que estamos sufriendo, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, abundaba ayer en la gravedad de la situación al reconocer que el "único horizonte" que se plantea el Ejecutivo para 2009 es el de la recuperación económica. Lejos quedan ya los debates tecnicistas de este pasado verano sobre si el país afrontaba una desaceleración o un reajuste. La mayor crisis de los mercados financieros mundiales desde la Segunda Guerra Mundial ha roto para peor todos los vaticinios de los expertos. El país, como tantas otras naciones de su entorno, ha entrado en una recesión que paraliza la actividad de numerosos sectores que hasta no hace mucho tiraban de la economía. El Gobierno hace bien en reconocer que la recuperación debe ser su obsesión, como lo es para tantas miles de familias españolas, sobre todo aquellas en las que hace estragos el desempleo. Todo lo demás, en especial en el ámbito de la economía, debe ir supeditado a este objetivo. Y en ese todo lo demás entra, por cierto, la negociación de un nuevo marco de financiación para las autonomías. Ayer, el presidente señaló que ve "probable" que las comunidades reciban antes de que acabe el año una propuesta del Gobierno del que éstas puedan sentirse "razonablemente satisfechas" y que, en consecuencia, logre un "grado de consenso mínimo" para su aprobación. Zapatero sabe que tiene que hacer un ejercicio que mezcle el equilibrismo político y financiero para la satisfacción de unos intereses regionales que, en demasiadas ocasiones, son contrapuestos. En su habilidad para saber entretejer estos intereses residirá su capacidad para consolidar la arquitectura de un Estado que requiere algo más que ese "grado de consenso mínimo". La tarea es muy compleja y, en cualquier caso, no debe perder de vista que los esfuerzos y los recursos deben seguir centrados en esa prioridad de la que ayer hablaba: la lucha contra la crisis.

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