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El valor de unos buenos pulmones

La veteranía de Rubalcaba ha conseguido ganarle en el sprint final al ímpetu de la exministra catalana Carme Chacón.

el 04 feb 2012 / 22:08 h.

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“Faltaban 500 metros cuando Bekele decidió dar el último tirón. Antes de hacerlo, se puso al lado del que había sido durante más de cinco kilómetros su compañero de fuga, Sihine, y le miró. Esta vez tampoco buscaba información. Intentaba, sencillamente, decirle hasta luego, hemos llegado juntos hasta aquí, pero me debo marchar ya. Y Sihine le devolvió la mirada. La suya fue una mirada aquiescente, de reconocimiento hacia quien es ya el nuevo rey”. Y el nuevo rey del PSOE se llama Alfredo Pérez Rubalcaba (Solares, Cantabria, 1951). Las palabras que encabezan este artículo las escribió él mismo en El País con motivo de los Juegos Olímpicos de Atenas en 2004 como comentarista ocasional de las pruebas de atletismo y son un buen resumen, ocho años después, de la carrera de fondo que ha librado Rubalcaba para ganarle a Chacón la Secretaría General que antes dirigieron sus tres grandes amores en el PSOE: Felipe González, Joaquín Almunia y José Luis Rodríguez Zapatero.

Rubalcaba y Chacón llegaron a Sevilla con los apoyos muy igualados. Se han estado escudriñando durante las semanas que ha durado la carrera, pero, en el sprint final, los pulmones del veterano (léase experiencia) han demostrado tener más capacidad para aguantar el último tirón. La victoria del eterno fontanero de Ferraz es la prueba de que en el PSOE no están por la labor de experimentar con gaseosa. El discurso entusiasta, por momentos muy impostado, de la exministra catalana no convenció a un puñado de 22 delegados que inclinaron la balanza a favor del corredor de fondo. El PSOE ha apostado por lo seguro frente a la promesa de un futuro brillante que vendía Chacón.

¿Quién podía imaginar que el candidato a la Presidencia del Gobierno que cosechó el peor resultado de la historia del partido en unas generales sería tan sólo dos meses después el que pilotaría el cambio de rumbo del PSOE? Pues esa es la historia política de Rubalcaba. Siempre le ha tocado bailar con la más fea y de todos los embites ha salido airoso. “No es que Rubalcaba esté en todo, es que le llaman para todo”, dijo de él Zapatero. Ministro de Educación con González, le tocó dar la cara como portavoz del Gobierno para defenderlo de casos tan graves como los GAL, Filesa, Roldán o Mariano Rubio. Tras vencer Zapatero en 2004, Rubalcaba fue nombrado portavoz del grupo parlamentario socialista. Allí se bregó, esta vez con éxito, para sacar las leyes más comprometidas del programa. Y fue, de nuevo, designado para lo más difícil: llevar las riendas de la negociación con ETA tras el anuncio de tregua y negociar el Estatuto de Cataluña. En abril de 2006, Zapatero lo quiso tener más cerca, y lo nombró ministro del Interior. Y cuatro años después, aún lo quiso más cerca designándole vicepresidente primero y portavoz del Gobierno. Entonces empezó a gestarse su candidatura a la Presidencia del Gobierno. Los que le conocen aseguran que Rubalcaba no se arruga ante las adversidades. Por eso, decidió dar un paso al frente sabiendo como sabía que el batacazo estaba asegurado. La realidad superó a las encuestas y los resultados del 20N, sumados a los de las municipales, dejaron al PSOE famélico de poder institucional.

Rubalcaba tiene una capacidad de adaptación de manual. Casi tanta como poder de convicción. Excelente orador, maneja con precisión de cirujano cada palabra. Ayer lo volvió a demostrar ante los delegados socialistas que lo eligieron como nuevo secretario general. Les prometió un partido fuerte, unido y que saldrá adelante para conseguir arrebatarle poder cuanto antes al PP. Para empezar tendrá que fajarse para que José Antonio Griñán no lo pierda el próximo 25 de marzo en las elecciones de Andalucía. Madridista de pensamiento, palabra, obra y omisión, Rubalcaba se declara estajonovista. Su máxima es el “trabajo, trabajo y trabajo”. En la situación en la que se asume las riendas del partido, esta cualidad le va a ser de mucha ayuda. Por frentes abiertos no será y a buen seguro que en todos ellos aplicará otra de sus especialidades: la intuición del político de la vieja escuela socialista de los ochenta, en la que le enseñaron a tener siempre puestas las luces largas.

El PSOE de Rubalcaba tendrá pues un aire vintage, un poco retro si se quiere. No deja de ser curioso que el hombre que todavía usa un móvil antediluviano sea quien vaya a impulsar un partido 2.0. Pero así es Rubalcaba. Un camaleón de la política, un todoterreno capaz de sortear cualquier tipo de obstáculo, un embaucador que ha conseguido imponerse a la potentísima campaña de marketing diseñada para que Chacón se aupara a la Secretaría General.

Rubalcaba ha ganado con un estrecho margen de votos, aunque con una diferencia más holgada que los ocho  con los que Zapatero se impuso a José Bono en el 35 Congreso del partido. Pero esa milésima de segundo de más es lo que hace que un corredor se suba al primer puesto del pódium para que el contrincante lo mire desde abajo con su medalla de plata al cuello. La veteranía de Rubalcaba ha sido la clave para alzarse con el oro. Nadie se aventura a especular con una candidatura dentro de cuatro años para presidir la Moncloa. Hay quienes piensan que la suya será una Secretaría General de transición en la que se prepare el desembarco del lehendakari Patxi López, uno de los apoyos cualificados de Rubalcaba en esta última carrera que ha disputado y un valor al alza dentro del partido. Hacer apuestas en estos momentos es una osadía, máxime si uno de los jugadores en liza es Rubalcaba. Lo que sí es seguro es que el que quiera disputarle cualquier cosa no debe perderle de vista nunca la mirada. De lo contrario, la presa puede escapársele en el último segundo.

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