Vamos teniendo ya una edad. Te descuidas y tienes batallas que contar para entretener una tarde a unos cuantos. Es más, a veces me veo hablando con el único objetivo de evitar que me hablen a mí. En la misma proporción que vas ampliando tu sentido relativo de las cosas va creciendo cierta propensión a no aguantar tonterías. Hace años no me habría atrevido a pedirle al vecino de asiento del AVE que deje de gritar con ese asunto que trata de resolver antes de llegar a Puertollano. La educación y cierto sentido burgués de la estética es lo único que te frena ante el prójimo para no decirle lo que piensas de él. Verán ustedes, ya sé que está mal que yo lo diga pero es que hay un montón de imbéciles sin catalogar y la grey de los tontos de solemnidad pasta sin complejos sobre las alfombras de los saraos.
Antes valoraba mucho la inteligencia del individuo, en eso no he cambiado, pero donde esté una buena persona que se quite un listo. Recomiendo vivamente extremar la atención para descubrir a la gente noble. Entre que nos educaron en la ocultación de los sentimientos y que hay que estar alerta para protegernos de los malvados que nos acechan, no nos ocupamos de la gente noble como merece cultivarse. Ya no pierdo el tiempo pasándole la mano por el lomo a una lista de personajes odiosos de los que huyo. Y otra cosa, si presumes o desconoces que eres un egocéntrico o un egoísta ya estas corrigiendo porque vas camino de hacerte un imbécil irrecuperable. Y si te fijas bien, algo bueno tienes que tener.
Abogado
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