Athletic - Sevilla FC. / Foto: EFE
San Mamés echó el freno a la impresionante racha sevillista de los dos últimos meses, en los que había ganado 13 de sus 16 partidos y solo concedió derrotas ante Betis, Oporto y Celta, las dos primeras en Europa y a la postre intrascendentes porque logró dar vuelta a ambas y ahora tiene en puertas la final de Turín.
Unai Emery apostó claramente por la semifinal del jueves próximo en Mestalla antes que por la final de Bilbao, donde al Sevilla solo le valía la victoria para pasar a depender de sí mismo en la pelea por la plaza Champions, hace poco una quimera pero hasta ayer una posibilidad más que real que pronto empezó a esfumarse con un gol olímpico de Susaeta que no se marcaba en Liga desde mayo de 2010, también en San Mamés, obra de Duda.
Reservar a Rakitic, Mbia, Vitolo, Reyes y Fernando Navarro es una clara señal de que Unai daba prioridad absoluta a la Liga Europa. Y las rotaciones esta vez no le salieron bien, al contrario que a Mourinho, que dinamitó la Premier ganando con el equipo B en Anfield y se la puso en bandeja al City de Navas y Negredo.
La Champions pasa a ser una quimera tras el 3-1 de ayer y ahora la final de Turín centrará todos los esfuerzos sevillistas. Con el 2-0 logrado en la ida ante el Valencia, parecía que Emery podía ir a por todas en Bilbao, pero no fue de verdad a por el partido, que muy pronto se le puso del revés.
