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Emigrante, catalanista y ministro de Trabajo

El ministro de Trabajo, Celestino Corbacho vuelve a Cataluña para recuperar el voto tradicional del PSC en las elecciones de noviembre.

el 04 sep 2010 / 18:16 h.

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Celestino Corbacho (Valverde de Leganés, Badajoz, 1949) vuelve a Cataluña dos años y medio después de dejar L'Hospitalet de Llobregat, tras 14 años como alcalde del municipio y en plena ascensión dentro del PSC. El ministro de Trabajo abandonará el Gobierno tras la huelga general del día 29 de septiembre para integrar las listas del PSC a las elecciones catalanas de noviembre, de incierto futuro para el Ejecutivo de José Montilla.

Corbacho, uno de los hombres fuertes del Partido Socialista Catalán en el denominado cinturón rojo de Barcelona cuando recibió la llamada de Zapatero para incorporarse al Ejecutivo, regresa a casa con el objetivo de activar el electorado precisamente del cinturón industrial de Barcelona, que el PSC necesita para cambiar las tendencias en las encuestas y que el conquistó con cuatro mayorías absolutas consecutivas (de las elecciones de 1995 a las de 2007).

El presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, alistó a Corbacho como ministro de Trabajo en sustitución de Jesús Caldera avalado por su brutal apoyo ciudadano y por liderar con gran éxito la profunda transformación de L'Hospitalet -la segunda ciudad en número de habitantes de Cataluña-, donde consiguió sofocar los brotes de xenofobia que surgieron en la localidad como consecuencia de los problemas de convivencia ante el inesperado desembarco de población inmigrante. Y la inmigración, precisamente, fue el principal objetivo que le encomendó Zapatero, después de una polémica regulación de inmigrantes que cosechó críticas en España y Europa.

Sin embargo, su llegada al Ministerio de Trabajo coincidió con la mayor crisis económica vivida en España en décadas, lo que ha provocado una enorme destrucción de empleo. Cuando aterrizó en Madrid el número de desempleados era de 2.300.975, mientras que el último dato difundido el jueves por los Servicios Públicos de Empleo, un día antes de conocerse su marcha, sitúa la cifra de parados en 3.969.661.

Han sido más de dos años de infructuosas negociaciones con los agentes sociales que culminaron el 16 de junio de 2010, cuando el Consejo de Ministros aprobó por Real Decreto Ley la reforma del mercado de trabajo, que tuvo como respuesta la convocatoria de una huelga general por parte de los sindicatos mayoritarios UGT y CCOO para el próximo 29 de septiembre.

A la espera de la más que previsible reforma de las pensiones, Corbacho ha sido el encargado de avanzar algunas posibilidades de modificación, como ampliar a 20 el número de años requeridos para calcular el importe de las prestaciones que han de recibir quienes acaben su vida laboral y el aumento de 65 a 67 años la edad de jubilación.

Fiel a su fama de hombre directo y autoritario, se mostró contundente en la gestión, lo que le costó numerosas críticas de los agentes sociales, empresarios y asociaciones de inmigrantes. Pero la crisis económica ha terminando engullendo toda la gestión de su departamento.

Precisamente, acostumbrado a hacer y deshacer -en L'Hospitalet supo imponerse frente a cualquier sombra de competencia que surgió en el interior de la formación local del PSC-, el principal obstáculo que ha tenido que enfrentar en el ministerio es no poder llegar a ejercer su don de mando. Se topó con los sindicatos y empresarios y anunció medidas que fueron corregidas por el propio presidente del Gobierno; la ministra de Economía, Elena Salgado; y la vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega. Hasta se corrigió a sí mismo, como cuando en abril de 2009 en un Pleno del Congreso aseguró al diputado Tomás Burgos (PP) que no se llegaría a la terrible cifra de cuatro millones de parados... y dos días después incluso se superó.

Celestino Corbacho, un profesional del comercio en Barcelona, a donde llegó a los 15 años tras dejar Extremadura, ingresó a los 27 en el Partido Socialista de Cataluña, con el que ha sido alcalde de L'Hospitalet durante 14 años, presidente de la Diputación de Barcelona -en pugna con el propio José Montilla- y responsable de política municipal.

En abril de 2008, Zapatero buscaba una emergente figura del PSC para cumplir con la obligada cuota catalana y encontró a un político de ordena y mando, algo alejado de la rama nacionalista del PSC y que había sido ampliamente apoyado por sus ciudadanos en cuantos comicios municipales se presentó. Hoy, esos mismos motivos, le llevan de vuelta a Cataluña para rescatar a José Montilla. Y Corbacho lo sabe.

En sus primeras declaraciones tras conocerse su regreso a Cataluña el ministro emigrante se declaró "catalanista" y avisó que apelará a los ciudadanos que durante cuatro veces seguidas le dieron la victoria como alcalde en L'Hospitalet de Llobregat (Barcelona). Y sobre las críticas sobre su falta de catalanidad, Corbacho aseguró: "Lo que algunos tienen que decir es si el futuro de Cataluña lo quieren fuera de España. Yo me siento catalanista". Contundente, como Celestino Corbacho.

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