Cultura

Émile Bravo: "A los niños hay que quitarles el ego cuanto antes"

Charlamos con el genial autor de 'Diario de un ingenuo' de Spirou.

el 29 nov 2010 / 20:53 h.

Se indigna, aunque siempre riendo a carcajadas, cuando, al principio de nuestra conversación, le aludo acerca de sus muchos títulos infantiles que no han visto la luz en nuestro país. "Yo no distingo entre cómics de niños y cómics de adultos", afirma Bravo; "creo que es una convención social tremenda el tener que diferenciar que las cosas que leen los niños no pueden leerla los adultos y viceversa".

"De hecho -añade- pienso que el cómic en particular y el dibujo en general son una forma de comunicación tanto o más necesaria en el proceso formativo de un niño que la escritura o el estudio de la literatura. El dibujo siempre ha estado ahí, desde las cuevas de Altamira, como forma fundamental con la que contar historias, pero esta sociedad se ha empecinado en que la escritura es lo realmente válido, y desde muy pequeños se nos dice que tenemos que dejar de dibujar y dedicarnos a cosas más serias, aplastando así el talento que todo niño tiene para expresarse gráficamente".

De trazo suave y agradable, es normal intuir por qué sus títulos pueden llegar a ser confundidos con tener una orientación infantil y carente de contenido, algo a lo que Bravo responde con contundencia afirmando que "mis libros siempre meten algún tipo de enseñanza orientada hacia un único objetivo: quitarles a los niños cuanto antes el ego. Los niños de hoy están sobreprotegidos por la sociedad y por la educación actual, y lo que yo intento con títulos como los de las aventuras de Jules (publicados en Francia por Dargaud e ignorados aquí) es acercarles ciertas verdades que los adultos no quieren que ellos sepan, tratándolos de igual a igual".

La importancia de la infancia en lo que después nos convertiremos es lo que marca a fuego los dos títulos de Bravo que mayor repercusión han tenido en su carrera, Mi mamá está en América (Ponent Mon, 2008) y Diario de un ingenuo (Planeta DeAgostini, 2009).

En el primero, "Jean Renaud, un amigo de toda la vida, cuenta cómo perdió a su madre, algo que yo no sabía hasta que me propuso hacer el cómic y que me permitió explorar, de una manera muy intensa, lo que supone tal hecho en la vida de un niño".

El segundo "fue un proyeco que me ofrecieron como parte de los títulos especiales dedicados a Spirou. Yo tenía una idea clara de lo que quería hacer y le trasladé a los editores que no me implicaría en Diario de un ingenuo a menos que me dejaran completa libertad para explorar los orígenes de un personaje que nunca se habían narrado en la historia de Spirou. Siempre, desde pequeño, me había llamado la atención el porqué vestía así, o de dónde había salido la amistad entre él y Fantasio, o la idiosincrasia de Spip (la ardilla que siempre acompaña a Spirou) en contraposición al Marsupilami. Y ésas son las cosas que he querido explorar con Diario de un ingenuo, planteándome la historia sin tener la necesidad de rendir homenaje a Rob-Vel (creador del personaje) o Franquin (el genial autor que lo definió de forma definitiva y que dibujó sus mejores aventuras) y acercándola mucho a los postulados de aventuras de un cómic de Tintín".

Preguntado acerca de si le gustaría trabajar para el mercado americano, Bravo vuelve a ser igual de contundente: "Siempre que me dejen total libertad... Pero habiendo crecido con un cómic europeo bajo el brazo, el americano me interesa más bien poco".

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