Cultura

En el cénit de la intensidad

Reseña del concierto que la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla y Pedro Halffter han ofrecido esta semana en el Teatro de la Maestranza. 

el 30 abr 2010 / 18:05 h.

Si recientemente y vía discográfica Pedro Halffter ha exprimido todo el tapiz sinfónico de las orquestaciones que de Bach hizo Schoenberg, esta semana, en su concierto con la ROSS, ha revelado la pulpa dramática, erizada e hiperdramática que aguardaba tras la transcripción de Leopold Stokowski de la Passacaglia y fuga BWV 582 del cantor de Leipzig. Casi una sinfonía en dos tiempos, la batuta de Halffter atravesó cada pliegue de unos pentagramas que se erigen hoy en una música nueva, aproximada y valiosa, con respeto y respecto hacia /del pentagrama original.

El Concierto n.1 de Bruch pervive gracias a su impulsivo Allegro con un motivo rítmico y melódico precedente del más famoso de Brahms. La violinista Akiko Suwanai empuñó su Stradivarius e hizo bastante más que derrochar virtuosismo. La intérprete, cuya madurez como artista le ha llevado en época reciente a estrenar Seven, de Peter Eötvös, cuidó su sonido, ora afilado, ora amplio y carnoso, de una apabullante riqueza armónica. Corrió algo en la sección final, acaso movida por una batuta enérgica, sabedora de que el grueso de la cuestión se concentra en estos últimos compases.

Halffter lleva a Sibelius a su terreno, que es tan válido o más que quien decide escorar al nórdico hacia un terreno estético menos hedonista y más moderno, algo que no le es del todo propio. Si en Finlandia el tono hímnico recubrió una poderosa presentación de la pieza, en la Sinfonía n.7 destellos de tardorromanticismo germánico transitaron los meandros de una obra grande, aun más cuando se marida con una orquesta y una batuta de tanta altura.

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