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"En el mundo de la ópera he aprendido muy bien el valor que tiene la jerarquía"

el 22 sep 2012 / 15:47 h.

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El director del Coro del Maestranza, Íñigo Sampil, fotografiado esta semana en la sala de ensayos de la formación en el coliseo del Paseo Colón.
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Nació en Bilbao y pese a que aborrece de los tópicos localistas, Íñigo Sampil no puede esconder este dato. Hombre adusto, aparentemente serio o muy serio, algo huidizo, tímido en la distancia larga y buen conversador en la corta. Pese a llevar desde la temporada 2010/2011 en el Teatro de la Maestranza, no todos los aficionados saben que él es el máximo responsable del Coro de Amigos del coliseo, un conjunto vocal que dirige con el afán de llevarlo al máximo nivel de excelencia. Tampoco le importa la trascendencia, porque si por él fuera ni saldría al escenario a recibir los aplausos por su labor.

-¿Notó diferencias cuando llegó a Sevilla después de varios años dirigiendo al Coro de la Ópera de Bilbao?

-No estamos hablando de Finlandia y Sudáfrica... no, no noté diferencias apreciables. Si dijera lo contrario estaría corriendo el riesgo de meterme en un charla bizantina que no tiene mucho sentido. En Bilbao, en el Norte en general, hay más tradición coral, con algunas formaciones con más de 100 años de historia, esto es verdad. Pero a la hora del trabajo, este es similar en ambos sitios.

-Usted tiene cierta fama de no ser especialmente proclive a ocupar la primera plana. ¿Por qué habitúan a ser tan huidizos los directores de coro?

-Por un lado, mi trabajo implica dejar todo el trabajo realizado, valga la redundancia, en manos del director musical. Y, por otro, mi instrumento es el coro. Mi protagonismo está en los ensayos, no en los escenarios.

-¿Ha tenido alguna vez que salir a recibir los aplausos después de una mala actuación de su instrumento, el coro?

-Hasta el día de hoy puedo afirmar que nunca me he sentido abochornado en ese momento.Claro está que hay funciones mejores que otras. Pero, francamente, el responsable final de una versión es el director musical. Los miembros del coro se adaptan a mí y nosotros nos adaptamos, todos, al director de orquesta. En el mundo de la ópera he aprendido muy bien el valor de la jerarquía.

-¿Cómo se marca el tope del máximo nivel de exigencia posible teniendo por delante a un coro no profesional, que no cobra por cantar?

-Soy muy consciente del esfuerzo que realizan todos los miembros del Coro del Maestranza, sé que tienen distintas profesiones y que vienen a los ensayos después de acabar sus jornadas laborales. Pero yo les doy un trato idéntico al que le daría a un coro profesional. Ellos tienen ese orgullo y yo se lo agradezco.

-¿Tiene que frenar muchos arrebatos solistas? Es sabido que en todo coro siempre hay quien está convencido de ser un Pavarotti en bruto...

-Efectivamente, siempre hay alguien que puede tener más tentaciones solísticas, sobre todo si en determinado momento el coro no lo está haciendo bien. Pero no podemos perder de vista que un coro es también una cantera y una forma de iniciar una carrera. La famosa soprano Fiorenza Cedolins salió de un coro de ópera y, como ella, muchos otros cantantes.

-¿Es cierto eso de que el Coro del Maestranza se toma mucho peor una crítica mala que lo que lo hace la Sinfónica de Sevilla?

-Precisamente por no ser una formación profesional ellos son más susceptibles de sentirse heridos por una reseña negativa. Pero yo siempre les digo que debemos estar al margen de las críticas malas y de las buenas también. Por eso por ejemplo no permito que en nuestro tablón se cuelgue ninguna, ya sea en un sentido o en otro.

-¿No se ha planteado darle más vida a su coro proponiendo al Maestranza la confección de un ciclo propio, al margen de las colaboraciones con la ROSS?

-Pues sí, me lo he planteado muy seriamente. Pero hay que buscar el momento adecuado, que quizás no sea este precisamente, y también el repertorio idóneo para llevarlo a cabo.En este sentido, en el mes de julio del año próximo llevaremos a cabo un ambicioso concierto centrado en coros famosos de Verdi.

-¿Le consulta el director titular del teatro, Pedro Halffter, las obras que pretende programar y que les involucran antes de tomar la decisión final?

-Sí. Dialoga conmigo antes de plantear títulos que suponen especiales dificultades para nosotros. Pero la decisión final es suya. Yo simplemente le digo lo que está al alcance y lo que sería francamente complicado.

-¿Y qué se les escapa?

-Pues por ejemplo obras maravillosamente complejas como Moisés y Arón de Schönberg o SanFrancisco de Asís de Messiaen. Nuestro coro no está familiarizado con el lenguaje musical de la contemporaneidad y, abordarlo, precisaría de muchos ensayos. Aunque cuando se ha hecho, caso de Doktor Faust hace unos años, el resultado ha sido bueno y el coro recuerda con enorme cariño aquel difícil reto.

-Por contra, este curso abordarán el título más antiguo que hayan cantado jamás, La princesa de Navarra de Rameau. ¿Cómo se enfrentan a ello?

-Escogeré a las voces que mejor se adapten a la estética barroca y trabajaré con especial ahínco la articulación y el sonido. Pero no somos un coro especializado. De hecho, al mismo tiempo estaremos ensayando el sainete Entre Sevilla y Triana.

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