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Enemigos a las ocho, amigos a las diez

El Betis fue eliminado por el Atlético, como era de esperar. Y ahora los béticos son un poco colchoneros, como también es de esperar.

el 24 ene 2013 / 22:54 h.

El pique al final del primer tiempo.
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El camino más corto hacia Europa se le terminó al Betis antes de que divisara siquiera la frontera. Como el atajo ya es imposible, ahora sólo le queda la otra vía, la larga, la de treinta y ocho obstáculos, veinte de los cuales ya los ha salvado a la velocidad adecuada para que algún operario de la UEFA, siete años después, vuelva a escribir su nombre en una bolita para el sorteo de verano. El colega suyo de la Federación Española que virtualmente emparejó a los verdiblancos con el Atlético de Madrid en los cuartos de la Copa no hizo un buen trabajo, para qué engañarnos. Porque en esta temporada en la que Simeone no tiene futbolistas, sino guerreros, es casi imposible batirlos en una eliminatoria a dos partidos. Ni siquiera a tres, porque esas han sido las veces que se han enfrentado esta campaña y aún no ha sido capaz el Betis de ganar. Por eso el adiós a la competición del KO no es ningún drama. Si acaso puede serlo para Casto, que en el peor de los escenarios (para él) pudo disputar anoche su último encuentro como portero verdiblanco. Como Adrián no se lesione o no sea expulsado, difícil será que el extremeño vuelva a defender la meta. Pero más allá del cancerbero, que el segundo mejor equipo de España en la actualidad te supere en la antepenúltima ronda de un torneo no es ninguna tragedia. Dicho lo cual, el Betis tampoco debería haber afrontado el segundo asalto del combate pensando precisamente en eso y no en que la remontada no tenía por qué ser ciencia ficción. Así salió la escuadra de Mel, o así dio la impresión de que salió, y así le fue.

En todo caso, lo que ocurrió era lo lógico. Para el Betis, este tramo del curso es un trance, sumido como está en esa sangría inagotable de bajas, con su centro del campo gripado hasta que Beñat decida volver a ser Beñat y con el grupo al borde de un ataque de agotamiento. Y encima peleó con Diego Costa, el delantero con cara de malo de película que desquicia a cuanto adversario y/o público hostil se le ponga delante. Eso sí, los mismos que ayer lo silbaron e insultaron desde que empezó el choque estarán deseando desde que acabó que ahora sea el verdugo del Sevilla. Y los que ayer querían que perdiese el Atlético soñarán ahora con que gane su siguiente cruce. Enemigos antes, amigos ahora. Así es el fútbol.

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