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Espectáculo con mayúsculas y un triste desenlace

Un fútbol impropio de Segunda B y un rival con aspecto de líder natural, el Real Jaén de Carlos Terrazas, fueron los principales protagonistas de un duelo que supuso la despedida del Betis B de Miguel Valenzuela de sus anhelos de integrar la nómina de aspirantes a sellar el ascenso a Segunda. El filial, sin capacidad de respuesta en el inicio, firmó una segunda mitad soberbia gracias a Parra.

el 16 sep 2009 / 01:35 h.

Un fútbol impropio de Segunda B y un rival con aspecto de líder natural, el Real Jaén de Carlos Terrazas, fueron los principales protagonistas de un duelo que supuso la despedida del Betis B de Miguel Valenzuela de sus anhelos de integrar la nómina de aspirantes a sellar el ascenso a Segunda. El filial, sin capacidad de respuesta en el inicio, firmó una segunda mitad soberbia gracias a Parra.

En el primer período, el Real Jaén, flamante campeón de la Copa Federación, gozó de un monopolio inalterable en la posesión. El técnico blanco, Carlos Terrazas, dibujó un 4-1-4-1 y asfixió a Rodri, accidental mediapunta, y al armillero Fran Machado, que desplegó un fútbol deslavazado. Javi Moyano fue un ciclón ingobernable en la banda diestra, mientras que Solabarrieta y Esparza distribuían a un ritmo veloz. El filial buscaba un refugio en el que conservar sus esperanzas.

Sin embargo, el once visitante consiguió el 0-1 en una acción a balón parado. Esparza batió al espigado Adrián con un remate de cabeza milimétrico. El gol secó las ideas del B, agazapado y con el firme propósito de consumir el crono antes del período de asueto. En pleno asedio jiennense, Íñigo Ros, Javi Moyano y Solabarrieta, infortunados, perdonaron.

Tras el descanso, el técnico heliopolitano, Miguel Valenzuela, decidió sacrificar a Fran Machado y entregó el control a un inspirado Parra. El mediocentro fue un motor de energía y el B selló sus minutos más eléctricos de la actual campaña. Rubén Rivera fue una pesadilla para Calderón e Israel, un ciclón antes de ser relevado por Diego Segura. De un pase mágico del inspirado Cañas nació el 1-1, obra de Rivera.

El gol contribuyó a que germinase la ambición. Carreño e Íñigo Ros no definieron en una fase de ritmo demencial y fútbol de alto voltaje. Y fue en un saque de esquina botado por Galdós cuando el Real Jaén, en una posible falta sobre Adrián, transformó el 1-2, cuya autoría correspondió al arquero bético, que palmeó el balón hacia su red. Valenzuela ordenó un acoso y derribo y el B se entregó al desconcierto para buscar un empate que sólo fue un anhelo.

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