Economía

Europa cede poder en el FMI en favor de los países emergentes

El G-20 concluye con un acuerdo histórico para reformar el Fondo Monetario Internacional.

el 23 oct 2010 / 18:50 h.

El presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, el comisario Olli Rehn, y el ministro de Finanzas belga, Didier Reynders, ayer.

Los ministros de Finanzas del G-20 cerraron ayer su reunión de dos días en la ciudad surcoreana de Gyeongju con un acuerdo para una profunda reforma del Fondo Monetario Internacional (FMI), por el que Europa perderá poder en favor de las economías emergentes en un organismo que dirige desde el final de la II Guerra Mundial, y con el rechazo a las "devaluaciones competitivas" de las divisas.

El director del FMI, Dominique Strauss-Kahn, se mostró satisfecho después de que los miembros del G-20 alcanzaran un "histórico" compromiso para que países como China o Brasil tengan más peso en la institución y contribuyan a un fondo "más efectivo, creíble y legitimado".

Con el acuerdo en este punto, que había provocado el choque entre economías emergentes y desarrolladas en el pasado, el FMI confía en "reflejar la realidad de la economía global" y "poner fin al debate sobre su legitimidad". Para permitir ese nuevo equilibrio, Europa cederá dos asientos -de los 24 que lo componen- en el directorio ejecutivo del Fondo, mientras economías como China, India o Brasil se beneficiarán de un aumento del 6% en sus cuotas de representación (aunque antes se había decidido el 5%).

Desde su creación por el Tratado de Bretton Woods de 1944, el Fondo Monetario ha estado siempre dirigido por un ciudadano europeo, mientras un estadounidense ha presidido su institución hermana, el Banco Mundial (BM), por un acuerdo tácito.
La reforma, que deben aprobar los países europeos en el plazo aproximado de un año, modificará sustancialmente la representación en el directorio del FMI al colocar a China, Brasil, la India y Rusia entre sus diez primeros miembros en cuanto a cuotas, que determinan su poder de voto y su compromiso financiero.

En la actualidad, EEUU suma el mayor porcentaje, de un 16,74%, mientras Japón cuenta con un 6%; Alemania, Francia y el Reino Unido tienen alrededor del 5% cada uno y China apenas el 3,65%.

Según Strauss-Kahn, los cambios convertirán el FMI en un instrumento clave para que las economías industrializadas y emergentes agrupadas en el G-20 puedan prevenir crisis como la actual y para crear "una red de seguridad financiera".

El ministro de Estrategia y Finanzas surcoreano, Jeung Hyun-yoon, abundó en que esta reunión pone fin a las controversias sobre los tipos de cambio, pese a que aún no se han alcanzado compromisos individuales para acabar con esas intervenciones.

Los ministros de Finanzas y gobernadores de bancos centrales buscaban también poner el acento en la volatilidad de los mercados de divisas y los desequilibrios entre las economías más importantes del mundo.

En el centro del debate estaba la puja de EEUU para que China deje de mantener su yuan artificialmente devaluado, destinado a atraer capitales y mantener su prevalencia como potencia exportadora mundial en plena recuperación de la crisis.

El comunicado final afirma el compromiso del G-20 de "avanzar hacia un sistema de tipos de cambios determinados por el mercado que reflejen los fundamentos económicos subyacentes y rechace las devaluaciones competitivas de las divisas".

El secretario del Tesoro de EEUU, Timothy Geithner, propuso al comienzo de la reuniones que los desequilibrios en la balanza comercial no superasen el 4% del PIB, pero se encontró con la mayoritaria reticencia a poner límites numéricos. Geithner indicó ayer que "el mundo atraviesa un necesario pero complicado proceso de ajuste" y urgió a que se cambien las estrategias de países con grandes superávit y dependientes de las exportaciones hacia la demanda interna.

Los jefes de Finanzas recordaron que la recuperación avanza, "aunque de manera frágil e irregular", por lo que propusieron reformas estructurales para sostener la demanda global y crear empleo, así como completar la reforma reguladora del sistema financiero sin dilación.

La reunión también sirvió para apoyar planes "creíbles y ambiciosos" de consolidación fiscal, aunque reconocieron los riesgos de un ajuste sincronizado para implementar esas estrategias.

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