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Fernán Gómez y otros muertos ilustres

Morir a cierta edad no es morir. Es dejar que viva por nosotros la memoria que los demás conserven de ti, intacta sin que la emborrone el deterioro de la edad. Cuando muere una persona nobilísima como Fernán Gómez comprendes que él es en realidad su obra.

el 14 sep 2009 / 20:32 h.

Morir a cierta edad no es morir. Es dejar que viva por nosotros la memoria que los demás conserven de ti, intacta sin que la emborrone el deterioro de la edad. Cuando muere una persona nobilísima como Fernán Gómez comprendes que él es en realidad su obra. Y ésta permanece. Cuando murieron Ray Charles o Johnny Cash miré a mi discoteca y seguían allí. De repente te das cuenta de que no les quedaba nada más por hacer. Y su presencia física con el deterioro físico y mental consiguientes era casi un obstáculo para la memoria que de ellos deseamos conservar. Esas muertes producen un sentimiento difuso de que una etapa de tu vida, la que compartiste con el que se va, acaba para siempre. No hablo de los seres queridos que nos rodean en la cercanía de nuestros afectos íntimos. Hablo de los muertos ilustres queridos o admirados en la distancia. Pero no creo que eso pueda considerarse una pérdida.

Carlos Rosado Cobián es abogado

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