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Flamenco de altura en la gala de Cajasol

Israel Galván, Arcángel y Pansequito actuaron anoche en el espectáculo del 175 aniversario de la caja.

el 27 nov 2009 / 06:05 h.

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Israel Galván, anoche, durante su actuación en el escenario del centro cultural de Cajasol.

La familia flamenca se dio cita anoche en la sala Joaquín Turina de Sevilla para conmemorar el 175 aniversario de Cajasol con un concierto flamenco de altura protagonizado por tres figuras importantes: el veterano cantaor Pansequito, un nuevo revolucionario del baile, el sevillano Israel Galván, y el joven cantaor onubense Arcángel. 

La sala se llenó por completo de un público con muchas ganas de volver a vivir los Jueves Flamencos, para lo que habrá que esperar hasta mediados de enero. Lo de anoche fue un aperitivo, un adelanto de lo que nos espera en una sala que parece haber sido diseñada para sentir el torniscón del flamenco. Anoche no es que llovieran los pellizcos, pero algunos hubo. Arcángel apareció en el escenario más bonito que un San Luis, como en él es habitual. A su lado, el guitarrista granadino Miguel Ángel Cortés, al que habrá que sacar a hombros algún día porque está tocando como Dios. El cantaor de Huelva eligió la toná y la debla para preparar la voz y lo hizo en un tono tan arriesgado que a punto estuvo de no poder acabar. Tuvo que pelearse con los tercios y la pelea emocionó al respetable, en gran parte forofo del fino artista. La caña y el polo nos trajeron su envidiable media voz, que es con la que deleita; en las alegrías nos colmó de musicalidad y en los fandangos de Huelva, lo mejor de la noche, perfumó la sala de tomillo.Pansequito se trajo a Moraíto Chico, un guitarrista con sabor a fino de Jerez y un compás perfecto. El maestro gaditano, que ayer estrenó nuevo disco, se peleó con un monitor en mal estado y le costó centrarse en las alegrías y en la enjundiosa soleá; sin embargo, brilló en los tarantos y maravilló en las bulerías, como suele ocurrir siempre. Cantó las letras de siempre, pero como les han salido tan buenas, es una tontería que las cambie... El que maravilló de verdad fue el bailaor sevillano Israel Galván. Este artista acabará pintando un día El Guernica con los pies. Ha inventado treinta nuevos movimientos y esas prodigiosas poses le van a convertir en un bailaor de época. Engarzó soleares, farrucas, alegrías, fandangos, tangos y bulerías, conquistando a todos. Aunque a mí comienzan a aburrirme esos movimientos tan ensayados; cuando improvisa me gusta más porque roza la genialidad y reinventa las normas heredadas. Anoche tuvo detalles de genio, sobre todo en la farruca, con poses de gran originalidad. En la bulería también brilló y, una vez más, se metió al público en el bolsillo. Al suyo y al que se traga todo lo que le echen.

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