Cultura

Flores para Loly y un Junco de la Tacita de Plata

Sala Joaquín Turina. Mirando al pasado. Baile: Loly Flores, Susana Casas y El Junco. Cantaores: Juan José Amador y El Galli. Guitarras: Rafael Rodríguez y Miguel Iglesias. Palmas: Roberto Jaén. Entrada: Lleno. Fecha: 7 de abril de 2011. Calificación: ****.

el 08 abr 2011 / 19:02 h.

El bailaor gaditano El Junco, al que tendrían que echarle más cuenta de la que se le echa en Sevilla y hasta en su propia tierra, quiso que bailaran junto a él en los Jueves Flamencos de Cajasol dos estupendas bailaoras, la maestra Loly Flores y otra sevillana, Susana Casas, que apunta maneras.

Loable generosidad, sin duda, la de este junco de sal y compás que la noche del jueves volvió a dejar claro que su baile es sobrio, sin adornos superfluos, serio cuando hace falta y desenfadado casi siempre, una veces tierno y otras de una firmeza increíble. Lo demostró en un estupendo taranto y en una soleá muy bien montada, flamenca, como las de antes, bien cantada y muy bien tocada por Juan José Amador, El Galli, Rafael Rodríguez y Miguel Iglesias.

No fue una puesta en escena complicada, sino austera, sencilla, sin grandes alardes luminotécnicos ni esa odiosa niebla artificial de la que se abusa en los espectáculos flamencos.

Abrió la joven bailaora sevillana Susana Casas, cuyo nombre ha sonado estos días porque estuvo a punto de que la duquesa de Cornualles, esposa del Príncipe Carlos, en su visita al Museo Flamenco de Cristina Hoyos, se llevara por error su mantón turquesa a Londres.

Muy jaleada en el teatro, que se llenó de un público muy partidario de los tres artistas, Susana puso en el escenario tres piezas de baile: seguiriyas, guajiras y una nana, con mecedora y niño incluido. Para este crítico era una verdadera desconocida, aunque la había visto alguna vez.

Además de su buena formación tiene una cualidad estimable que suele dar buen resultado en el público: sabe interpretar el baile, logrando que vivas lo que hace junto a ella, una bailaora que cuida los detalles y que en la guajira se paseó con garbo y salero, como siempre lo han hecho las bailaoras de la escuela sevillana, desde Trini España a Milagros Mengíbar, pasando por Matilde y Ana María Bueno. Por eso sus piezas nos parecieron más vistosas que profundas.

Pero lo más grande de la noche lo aportó una bailaora veterana, de la vieja escuela, de la generación de Milagros Mengíbar y Pepa Montes, que Sevilla y el flamenco habían olvidado por completo y que El Junco nos ha regalado para que recibiéramos a la primavera con una manera de bailar que se nos escapa por entre las yemas de los dedos.

Se llama Loly Flores y bailó por seguiriyas sin correr por el escenario, bien arreglada, con la cabeza siempre bien colocada, moviendo las manos como Mattoni los pinceles. Con castañuelas, además, una técnica totalmente perdida, con lo que gusta un buen baile con castañuelas. Pocas veces había tenido el inmenso privilegio de escuchar un mano a mano entre una guitarra y unas castañuelas; la guitarra, en las manos de un maestro, Rafael Rodríguez; y las castañuelas, en las de una histórica del baile.

¿Alguna vez han escuchado hacer un trémolo con unas castañuelas? Loly Flores lo hizo, además, mientras el brujo de la sonanta le lanzaba notas muy sevillanas y acordes muy flamencos. Hizo la bailaora un ejercicio largo, pero completo. O sea, que no rellenó, como suelen hacer las de la nueva escuela. Es lo que tiene llevar tantos años bailando. Y, sobre todo, ser una verdadera maestra.

El baile flamenco clásico tiene los días contados, desplazado por un nuevo estilo que carece de profundidad. Loly Flores tiene esa difícil sencillez de las bailaoras de antaño, que es capaz de embelesarnos y hacer que sólo veas su figura. Era como ver nacer una amapola en un campo quemado.

Para finalizar, los tres artistas bailaron por alegrías; primero, Loly con El Junco; después, los tres. Así se cerró una magnífica noche de baile auténtico, de flamenco de altura, en la que juventud y veteranía se fundieron para demostrar que no puede morir lo que tanto ha costado construir. El Junco se apunta un tanto que ojalá le sirva para que sea más solicitado.

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