Este Sevilla se exige mucho, por obra y deseo de su presidente, José María del Nido, que ha provocado que una temporada sí y otra también el equipo aspire a lo máximo en todo lo que disputa. Por eso, porque la exigencia es altísima, cualquier decepción también lo es. Quizás esta temporada el Sevilla no alcance la Liga de Campeones. Desde luego difícil lo tiene, muy difícil, aunque si empieza a corregir errores hay tiempo por delante. Pero de momento el Sevilla ya tiene en el bolsillo unas semifinales de la Copa del Rey, ni más ni menos. Llegar a esta ronda ya es un éxito. Relativo, sí, pero éxito al fin y al cabo.
Pase lo que pase en la Copa del Rey, en las presumibles semifinales ante el Real Madrid, el expediente puede estar cubierto en esta primera pata de los objetivos. Pues no se le puede pedir a este equipo que parta como favorito ante el equipo de Floretino, el de los millones, el de ‘Mou’ y el de Cristiano. Quedarán por delante las otras dos patas de la temporada, la Liga Europa y la Liga. Y llegado a este punto, con unas semifinales de la Copa aseguradas, ¿sería un fracaso caer ante el Oporto y alcanzar, por ejemplo, la sexta plaza en la Liga? Pues sí, sería un fracaso porque así lo dicta la exigencia de su presidente. ¿Pero acaso no sería un éxito estar de nuevo peleando por una final, garantizar la Liga Europa y la presencia continental para la próxima temporada y caer puede que ante uno de los equipos más en forma de Europa en la segunda competición europea? Pues sí, lo sería igualmente.
El Sevilla no puede ganar títulos todos los años. Es imposible por capacidad y por realidad. No lo hace ni el Real Madrid. Pero debe aspirar a a ellos, y eso hace. Esta temporada, que al fin y al cabo puede ser de transición, y en la que aún hoy queda mucha tela por cortar, ya cumple unos mínimos que hacen del Sevilla un equipo grande, de los más grandes de nuestro país. A veces eso se puede olvidar. Menos mal que está la Copa para que el campeón lo recuerde.
