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Ginsberg en la universidad andaluza

Yo he visto a las mejores mentes de generaciones anteriores -mis coetáneos tardarán en alcanzar esos puestos- destruidas por la locura...

el 14 sep 2009 / 22:30 h.

Yo he visto a las mejores mentes de generaciones anteriores -mis coetáneos tardarán en alcanzar esos puestos- destruidas por la locura, contratadas, histéricas, trajeadas, arrastrándose por los despachos y los laboratorios en horarios desquiciantes, buscando un ascenso o un punto más para el currículum. Allen Ginsberg no se matriculó en ninguna universidad andaluza, pero Aullido -tras la conveniente paráfrasis- refleja el estado de muchos de sus trabajadores con respecto a la lectura. Un informe elaborado por las universidades públicas de nuestra comunidad señala que sus docentes leen, más allá de manuales y revistas vinculados a su profesión, bien poco. ¿Falta de tiempo, nula curiosidad? ¿O es que impartir clase, o investigar, no implica interesarse por una novela o un poemario?

Conservo, a modo de sádico souvenir, el programa de una asignatura regalado -cursos atrás- por un amigo que estudiaba una carrera de ciencias. Uno de los puntos clave, más allá de la adquisición de conocimientos y el manejo de bibliografía, aludía al respeto a la ortografía y la gramática, censurando las faltas con alguna décima de menos en el trabajo o examen. Lo más curioso es que, obviando la prosa dadaísta del profesor -que exhibía, orgulloso, su doctorado en el membrete-, los signos de puntuación de evaporaban, las tildes se ignoraban incluso en el apellido? La paja en el ojo ajeno, y al corrector de Word que le den. ¿Lo más divertido? El profesor de marras cumplió su promesa, y restó méritos a los alumnos más irrespetuosos con el idioma. ¿O, acaso, a quienes no se adaptaban a su particular criterio lingüístico?

Al conocer la encuesta de las universidades andaluzas recordé, de inmediato, al profesor de mi amigo. Y no me expliqué aquello que en su día me encadenó risas, pero sí comprendí un poco que, entre la precariedad de unos -los más valiosos casi siempre- y la suerte de otros -cuyos adjetivos intuirán ustedes-, muchos estudiantes e investigadores andaluces se exilien a la primera oportunidad.

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