Cultura

Hans Poelzig, una Bauhaus anticipada

El ex convento de la calle Santiago acoge una muestra sobre el arquitecto

el 04 oct 2010 / 19:51 h.

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Fue el arquitecto de la República de Weimar por excelencia, y su curioso flequillo se hizo tan popular que mucha gente pedía en las barberías un corte a lo Poelzig, el preferido de los artistas. La llegada del nazismo al poder lo barrió literalmente, pero su idea moderna, monumental y profundamente artística de la arquitectura dejó huella. Así queda de relieve en la exposición Hans Poelzig, arquitecto, maestro, artista, que se inauguró ayer en el antiguo Convento de Santa María de los Reyes con motivo del Día Internacional de la Arquitectura.

La muestra, presentada gracias a la colaboración entre la Consejería de Obras Públicas de la Junta, el Ifa (Institut für Auslandsbeziehungen), la Embajada alemana y el Goethe Institut, será clausurada el 14 de noviembre y consta de 120 cuadros con mapas, planos, fotografías y dibujos, y 14 maquetas.

A caballo entre dos mundos, el del siglo XIX con todas sus deudas para con el gótico, el románico y el barroco, y la modernidad del siglo XX, Hans Poelzig (Berlín, 1869-1936) supo como pocos interpretar el crecimiento de las ciudades tras la unificación de Alemania en 1871, y apostó por crear un nuevo estilo nacional que reflejara la identidad germánica.

En palabras del comisario de la exposición en España, Cristoph Strieder, "Poelzig toma del gótico la idea de obra total, en la que participan todos los gremios. Esa unidad hace de él una especie de Escuela de Bauhaus avant la lettre".

No menos curioso es el sistema de trabajo de Poelzig. "Era como un escultor", prosigue Strieder. "Desarrollaba sus maquetas en barro o plastilina, y partiendo de un volumen empieza a recortar los interiores", agrega. Su esfuerzo se dirigió hacia la concepción de grandes volúmenes, desde piscinas para 2.500 plazas a teatros al aire libre para 20.000 personas.

Cabe recordar además que en ese momento entre siglos se da una negación radical de la técnica, que para muchos sólo podía llevar a la sociedad a su destrucción. Poelzig, muy condicionado por las ideas nihilistas nietzscheanas, la defiende sin embargo argumentando que la técnica no es más que un instrumento, y no duda en ponerla a su servicio.

Por si fuera poco, su sentido del pragmatismo y la modernidad le llevó a ser el primer arquitecto que en los años 20 contrató una agencia de prensa para recibir todo lo que los medios decían sobre él.

La exposición propone un minucioso e interesante recorrido por la trayectoria de este creador, desde sus proyectos más ingenuos a sus obras más esplendentes, como el Gran Teatro Reinhardt de Berlín -destruido en los años 80-, pasando por sus sorprendentes torres de agua o sus originales fábricas.

En la muestra puede comprobarse asimismo la influencia que Poelzig ejerció sobre arquitectos posteriores, como Egon Eiermann, Helmut Hentrich, Dieter Oesterlen, Harry Rosenthals o Rudolf Schwarz.

Por último, varios textos e imágenes recogen la labor de Poelzig como escenógrafo, tanto en teatro -donde se atrevió con un Rey Lear y un Don Giovanni- como con el cine. En el séptimo arte será siempre recordado por su trabajo en El golem, obra maestra del género del terror de Paul Wegener para la cual el arquitecto ordenó construir una ciudad gueto de estilo gótico con 54 edificios modelados escultóricamente.

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