Cultura

Harry Gruyaert, una mirada personalísima de Marruecos

Como hace diez años, el fotógrafo belga Harry Gruyaert, de la agencia Magnum, vuelve a mostrar en la Fundación Tres Culturasm su ya legendaria colección Marruecos.

el 15 sep 2009 / 23:57 h.

Cayó en Marruecos por azar a primeros de los años 70, y fue un amor a primera vista. "Recuerdo sobre todo la calidad de la luz, y una fuerte sensación de estar volviendo cien o doscientos años atrás. Y la unidad, como si todo fuera la misma cosa: había tal fusión entre los seres humanos y la Naturaleza? También me impresionó la fuerza de los colores, y la manera en que el paisaje cambia constantemente en muy poca distancia", evoca.

Regresó al país vecino muchas veces en los años sucesivos, pero su mirada ha mantenido siempre un sello personal, volcada sobre el conjunto y dando al rostro y la figura humana un papel secundario. "En realidad no soy fotógrafo humanista, no es la gente lo que más me interesa. Pienso que en la fotografía en color, el color tiene que ser lo primordial, con la luz", recalca Gruyaert.

Uno de los detalles más llamativos del trabajo de Gruyaert es su huida permanente del exotismo. "Es una trampa difícil de sortear, porque a veces encuentras cosas que son muy seductoras a primera vista", dice. "Creo que para dar una foto mía por buena, la composición debe ser muy fuerte, y que aguante en el tiempo. A menudo miro las fotos durante meses, incluso años, y no es raro que tire alguna que me parecía valiosa".

Pasan los años y Marruecos no se agota: "Todo continúa y yo volveré seguramente, pero también sé que en algún momento hay que poner el punto final. He trabajado mucho sobre las ciudades, Tokio, Shanghai, Nueva York, hago cosas diferentes sobre amores diferentes. Me gusta cambiar, lo necesito. Si hacemos siempre lo mismo, se vuelve una costumbre y pierde todo su encanto. Hay que intentar no caer en situaciones familiares, estar libre, solo, y no dejar nunca de ser curioso".

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