Un gol de estrategia y otros tres nacidos de brillantes y certeras jugadas de ataque permitieron al Sevilla lograr su segunda victoria en Liga de Campeones, dejando claro que, además de tener equipo y plantel, tiene recursos para todo. Cuando las cosas no funcionaban, apareció Konko para marcar en una acción a balón parado. Su tanto fue providencial: obligó al Rangers a dejar huecos que no desaprovechó esta auténtica máquina de dar golpes.
Y eso que no fue buena su primera parte. Trató de jugar conduciendo la pelota más de la cuenta en un campo con hierba alta y suelo mojado, regaló centros y, sobre todo, su mejor ocasión (Kanouté, 15'). Si a ello se une que el Rangers jugó en corto y con garra, la cosa se complicaba para un Sevilla que en defensa dio alguna que otra concesión y vio a Lolo y Zokora sufrir a la hora de atacar la línea de cinco centrocampistas locales. Además, hasta el 0-1, punto de inflexión del partido, en ataque el equipo de Jiménez casi siempre optó por buscar a Kanouté, con Luis Fabiano muy tapado entre los centrales y el pivote que jugaba por delante de la zaga escocesa.
Por suerte para el Sevilla, el colegiado no vio un penalti de Konko que pudo dar un peligroso giro de tuerca al encuentro. Tras el 0-1, el Rangers se abrió solito buscando el empate a la desesperada, lo que permitió al Sevilla respirar y encontrar muchos espacios, hecho que resultó determinante.
